Jorge Vasco Zapata Nacionalidad: colombiano. Destino: Colombia-Chile


 

PuertoValparaiso_AndresSanchez001Fotografía: Valparaíso. Chile. Andrés Sánchez

Cuando estuve por primera vez en una ciudad que prometí visitar, se me desmoronó el alma al ver una ciudad tan sucia y peligrosa, las imágenes de los libros y mi ciudad natal volvieron a mi mente, y de los relatos de viajeros, lo que fue la capital argentina en sus años de gloria, no queda mucho. Quizás es allí en las clases medias y medias bajas donde está el verdadero folklore de los pueblos, puesto que es donde más hay movimientos, necesidades, aspiraciones, todo cambia constantemente, conocí la Cumbia que no es la colombiana.

Fui amigo de un hombre que tocaba flauta y caminaba con muletas, recorría el mundo con sus tres piernas. Otra vez conocí un caminante que tenía una camiseta de Herbalife y lucía grandes dregs pegoteados con semen y bóxer. No olvido la vez que caminé con un hippie citadino que se encontró unos hongos en el estiércol de una vaca y se los comió. Otra vez conocí una prostituta que me hospedó en las comunas de Medellín. He conocido gente cocinando en tarros de leche Klim, he trabajado recogiendo botellas en la calle, todo esto, aprendiendo de mis viajes, aprendiendo de las realidades de la vida, aprendiendo a ser humano entablando relaciones con los otros.

Los viajes hacen tu experiencia de vida mejor, nunca vuelves de un viaje siendo el mismo. No es lo mismo si viajas sin amigos, tengo mis reservas frente a los que, en grades homenajes a la montaña, se internan solitarios a coronar la cima. Pienso que sanar es una forma de caminar.

Siempre he querido recorrer Colombia a lo Forrest Gump, a pie, trotando, caminar el país entero en un acto tan simbólico y artesanal, que me devuelva a los tiempos en que no había ruedas por los Andes. Mis padres perdieron toda una herencia, por vivir el sueño que tuvieron de jóvenes de viajar por tierra y recorrer toda Suramérica como mochileros. Una vez estuve en la Sierra Nevada de Santa Marta y me perdí al punto que volé y conocí habitantes de otras dimensiones que viven en Venus. Jamás podré olvidar que viajé con mi hija de dos meses a Cartagena, tarde conocí esta ciudad, pero no me podía morir sin conocerla. Recomendable el viaje a las inencontrables termas del Tolima. Cómo olvidar el topless las playas de Miami, comer pizza barata y andar en bicicleta por las calles de Hollywood, Guitar Center en Los Ángeles.

Mi patria es el mundo, como decía Séneca, habitante del planeta tierra, terrícolas, soy un ser cósmico, un hermano que trabaja solo para poder dormir y soñar tranquilo. Muchos trabajan para comer en vigilia. Yo trabajo para poder hacerme a un techo, a una buena cama, y dormir lo más tranquilo que pueda en las noches. Tengo que escribir un guión de la vez que con unos amigos de universidad fuimos a una finca y pasó todo lo malo que puede pasar en un paseo de amigos universitarios. A veces extraño no haber tenido una cámara de fotografía digital como las de ahora, para tantos paisajes que son recuerdos que enmarcan mi alma: un amanecer en el Llano, un atardecer en el Pacífico, las rocas volcánicas del Guaviare, las hermosas playas del Tayrona, la ruta al Putumayo que parece una locación de Jurasic Park.

Ahora que lo pienso, nunca he salido del continente americano. Pienso en viajar al otro lado del Atlántico, para recorrer las ciudades históricas, hacer un posgrado y volver. Me he encontrado con varios caminantes, mochileros, viajeros europeos que dicen soñar lo mismo desde Europa: sueñan con ahorrar y conocer México, bajar por la ruta panamericana, llegar a Colombia por el Golfo de Urabá, continuar ruta hasta Machu Pichu en Perú; seguir a la Patagonia argentina y volver por Brasil. Algunos ni siquiera pasan la línea del ecuador en sus vidas.

Otra cosa es ser inmigrante, cuesta mucho adecuarse a otra sociedad, a otra comida, a otros humores y chistes, cuesta ser aceptado, cuesta emprender y ganarse la vida. Los viajes traen consigo muchas cosas buenas y hermosas, algunas veces vale la pena endeudarse por estar en un hotel de cuatro estrellas que tenga Spa, y efectivo para andar en taxi o hacer el city tour. Aunque suene muy burgués, vivir como burgués es una nota.

Qué más me depara la vida en cuanto a los viajes. Creo que todo es alcanzable, solo me faltarían días para poder estar y visitar nuevos lugares, antes de emprender aquel viaje sin retorno, aquel sueño eterno y profundo. Encomiendo y deseo a todos los lectores dichosos y fructíferos viajes llenos de aprendizaje y experiencias.

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