Cultura para la participación ciudadana


Nuestra Constitución Nacional de 1991 presenta avances profundos en la propuesta de un proyecto de construcción social y cultural desde el colectivo ciudadano. La obsoleta democracia representativa se cambia por una democracia participativa. Y, en una democracia participativa todos y todas estamos convocados a decidir de manera activa en los destinos de la sociedad en que vivimos.

Pese a este mandato constitucional, nuestros gobernantes persisten en diseñar los planes y programas gubernamentales desde una actitud gamonalezca, centrada en sus intereses particulares y no en el bienestar de la comunidad en general. No obstante los nuevos mandatos constitucionales, ciudadanos y ciudadanas poco o nada participamos en el desarrollo de las políticas públicas, que deben ser la ruta hacía el desarrollo integral de los diferentes sectores sociales que conforman  un colectivo ciudadano. Dado lo anterior, las denominadas audiencias públicas y mesas de trabajo para el diseño de los planes de desarrollo, que suelen ser convocadas desde las diferentes instancias de gobierno (en lo local, regional y departamental), no dejan de ser una farsa engaña- incautos a las que asistimos tan sólo a refrendar las decisiones que ya han sido tomadas desde un escritorio por dos o tres aliados políticos del mandatario de turno.

Todo está direccionado hacia un sólo propósito: el discurso conductivo se basa tan sólo misma legitime las decisiones de otros y no las propias. Y si las políticas públicas y los planes de desarrollo se determinan de una manera unilateral, quienes las van a “ejecutar” funcionarios y funcionarias-, se eligen, igualmente, de manera unilateral. Dicha elección de funcionarios y funcionarias se suele hacer obedeciendo a cuestiones puramente clientelistas y no a perfiles profesionales o de auténtica idoneidad.

Pobre país de gobernantes con mirada miope hacía el bienestar general de sus gobernados. La realidad presenta pues, retos inmensos para ciudadanos y ciudadanas de criterio amplio y pluralista. Se hace urgente y necesaria la implementación de procesos organizativos ciudadanos que, aprovechando las oportunidades de ley que nos asisten, cambiemos los vicios y debilidades de un Sistema Público estancado aún en la vieja Constitución de 1886. En el caso del sector cultural, la Ley 397 de 1997, nos demanda la construcción perentoria de un proyecto organizativo nacional que,

naciendo desde lo municipal debería incidir de manera protagónica en las determinaciones que a nivel departamental y nacional, se tomen para el desarrollo artístico y cultural del país.

Es lamentable que con diez años de expedición de dicha Ley, la cultura siga siendo, como se dice popularmente, la cenicienta del paseo en los planes y programas de gobierno. Que a nivel nacional no exista un sector cultural organizado que demande de sus gobernantes el debido respeto para con las garantías constitucionales de su mismo sector.

En este sentido, el municipio de Cota, después de Bogotá D.C., se suma a las poquísimas experiencias que existen en el país, en la constitución de un Consejo Municipal de Cultura en un proceso de concertación ciudadana, serio, independiente y de alto nivel en sus criterios sociales y políticos. Un grupo de ciudadanos y ciudadanas, se vienen reuniendo desde hace más de ocho meses, hoy día, conforman el Comité de Impulso del Consejo de Cultura, han redactado, conforme a la Ley, un proyecto de Acuerdo para la creación del Consejo Municipal de Cultura (proyecto de Acuerdo que en su constante ceguera política para con el arte y la cultura, el ente legislativo municipal no quiso aprobar en el periodo de gobierno anterior); han diseñado un Plan de Desarrollo Cultural, presentado con gran aceptación a los honorables integrantes del actual Concejo Municipal;

y continúan, a pesar de la compleja realidad política del municipio y sin ningún tipo de apoyo gubernamental, convocando a los diferentes sectores sociales de Cota para que se emprenda un proceso de control social, participación y verdadera concertación ciudadana al menos en lo que a cultura se refiere- que propicie una transformación estructural de las limitadas políticas públicas que para el sector artístico han existido.

El fortalecimiento de este proyecto de creación del Consejo Municipal de Cultura es una necesidad perentoria. El desarrollo cabal de este proceso, puede ser el espejo en que los diferentes sectores del municipio se miren a la hora de iniciar nuevas propuestas organizativas. Si usted quiere conocer la agenda de reuniones y talleres formativos del Comité de Impulso de este proyecto.

Previous Un alegato en pro de las excusas
Next Sin título