Exposición en la Casa de la Cultura – Cota


Agosto-Septiembre de 2004

 “Gracias a Cota y a sus noches, el amor se pasea tocando las estrellas y convirtiendo campesinos poetas. Y el arte se nota en nuestro interior”

 Con 12 artistas plásticos se inauguró la exposición colectiva en la casa de la Cultura de Cota. La disposición y colgado de las obras y la armonía de la presentación a pesar de la diversidad de técnicas y contenidos, realzaron aún más el valor artístico de cada uno de las obras. Las instalaciones de Javier Rozo Villamil, muestra a los Cotenses una forma diferente y efímera de ver el arte.

Mauricio Carrera ofrece su sello inconfundible con sus bodegones impecables con transparentes cristales y destellantes colores que dan luz a sus cuadros e incursiona involucrando el óleo sobre cortezas de madera, como tratando de perpetuar una naturaleza muerta. De nuevo Rafael Sánchez Botero, hace gala de su originalidad temática y técnica propia, que ha ido enriqueciendo a lo largo de su trascendencia artística y que siempre lo ha colocado en un pedestal de honor.

Hacen su incursión jóvenes artistas que en capullo empiezan a mostrar su virtuosismo como es el caso de Andrés Loboguerrero y Leonardo Berbesi. William F. Gutiérrez, con una exquisita técnica imprime en el óleo la cotidianidad de campesinos, portones y paisajes donde el azul y el verde se funden rompiendo el horizonte. Azucena Rodríguez con cuadros sencillos, ingenuos, casi infantiles, por tanto bellos. Paula Plaza, con un trazo firme de esfero negro funerario, sobre un papel blanco insoluto, como la vida, trata de evocar la muerte. Ana Cristina Restrepo, con plumilla y tinta china hace brotar árboles que con sus raíces aéreas, desconectadas de la tierra, parecen tener vida propia. Mauricio Calle presenta acuarelas con temas sencillos y con una pincelada pesada y tardía que hacen a sus obras muy especiales, con imágenes recogidas de quietas

arquitecturas a las cuales con pequeños detalles les imprime el dinamismo del movimiento. El maestro Bernardo Acosta, muestra en sus cuadros los golpes y ruidos de cascadas, donde el agua

parece brotar de su pequeño cauce y romper las piedras. Luis Eduardo Morales imprime sobre serigrafía y óleo, caballos con nobleza y gallardía, o en agonía, bajo colores destellantes como el amarillo, o en un fondo azul donde tienden a desaparecer.

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