y florezca a sus pies la primavera
del amor renovado en nuestro ser.
¡Y echen a vuelo el nombre de estudiantes,
en bronces de romántica emoción,
los que lo son, los que lo fueron antes;
los que por suerte, tienen de estudiantes
para toda la vida el corazón!
Canción del estudiante
(Fragmento de la “Canción del estudiante”, en su celebración en Argentina. Esta obra fue compuesta por Francisco García Jiménez, Ernesto Galeano y Carlos Guastavino)
El primer carnaval estudiantil
Los estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia como reflejo de la sociedad colombiana buscaban en los años veinte consolidar un movimiento, una plataforma de acción que les permitiera tener un espacio de reflexión común y que les brindara la posibilidad de realizar una transformación política y social en el país, orientada sobre todo a la defensa de los derechos de los estudiantes. Así, de acuerdo con estos planes de acción, se creó la Federación de estudiantes de Bogotá, como parte de la red de Federaciones del Continente (Cf. González. 2005: 106), y teniendo presentes las celebraciones estudiantiles de otras repúblicas del sur se adopta por decreto, con el aval del Presidente Marco Fidel Suárez y, el Ministro de Instrucción Pública, Miguel Abadía Méndez, el 21 de septiembre como Día del Estudiante (Cf. González. 2005: 110).
Revienta el 21 de septiembre de 1921 la primavera, con el equinoccio en el hemisferio sur, y junto con ella la primera Fiesta del estudiante de la Universidad Nacional de Colombia. Así, gracias a “[…] la aproximación poderosa de la primavera, que impregna placenteramente la naturaleza toda, despiértanse aquellas emociones dionisíacas en cuya intensificación lo subjetivo desaparece hasta llegar al olvido de sí” (Nietzsche. 1973:45). La primera semana de la primavera, sin embargo, representaba para los bogotanos algo muy diferente a un período de regocijo. Colombia por estar ubicada cerca de la línea ecuatorial no tiene estaciones y septiembre representa más un mes de lluvias que otra cosa (Este inconveniente climático significó en 1926 un cambio de fecha de los fastos. A partir de ese entonces el carnaval se realizaba por los días del 12, 13 y 14 de julio). Así, pues, en la Bogotá de los años veinte, de calles despavimentadas, la fiesta estudiantil se celebraba en medio de lluvia, barro y serpentinas.
El programa de la Fiesta del Estudiante se complementaba con gran cantidad de actividades tales como competencias de natación, concursos de poesía, batallas de flores que se extendían por horas, exposiciones de caricatura; la famosa becerrada estudiantil en el Circo de San Diego (Actualmente la Plaza de Toros de Santamaría, en Bogotá), bailes suntuosos, la coronación de la reina y el carnaval de disfraces. Se celebraba el renacer de la naturaleza a la par que se enaltecía el espíritu joven, renovador y creador.
Inundaban las calles de Bogotá los estudiantes, las serpentinas y los confetis. El desfile de carrozas el día del carnaval salía de la Plaza de San Agustín hacia el norte y luego se detenía en la Plaza de las Nieves (Calle 20 – Carrera 8) para tomar la calle más significativa de la ciudad: la Calle Real, hoy conocida como la carrera séptima. Allí la multitud buscaba el regreso hacia el sur.
La bandera de la Federación de estudiantes, de color verde y blanco, como uno de los elementos simbólicos más importantes de la Fiesta del Estudiante recorría la ciudad y era gratamente recibida en cada una de las Facultades de la Universidad, que en ese entonces se encontraban distribuidas en varias partes del centro de Bogotá. El recorrido de la bandera partía de la Casa del Estudiante, en la que se gestaban las propuestas generadoras de cambio en la universidad y en el entorno social de la época.
Las reinas, en el momento de la coronación, podían realizar la “promulgación de sus ‘órdenes reales’, una especie de Bandos” (González, 2005, p 119); recibían la potestad de gobernar, podían nombrar embajadores y funcionarios, etc., y presentar un pliego de peticiones ante el Congreso de la República. Este nombramiento aunque simbólico y burlesco era un medio contundente de transformación del entorno:
“[…]la entrada de la mujer a la fiesta acabó traduciéndose en la reforma universitaria que le dio el vuelco a unas escuelas hasta entonces mantenidas dentro del rigor de un seminario eclesiástico […] La verdad es que, bailando, cantando y tirando serpentinas, vino a cumplirse la reforma radical de la universidad. (Arciniegas, 1996. Párr. 7)El desfile se podía observar desde los balcones espléndidamente decorados, las personas podían desde allí arrojar claveles, serpentinas y confetis y mirar con detalle las carrozas y los disfraces. Las aceras se llenaban de espectadores de todas las escalas sociales; “el noble y el villano, el prohombre y el gusano bailan y se dan la mano sin importarles la facha.” (Fiesta, Joan Manuel Serrat). Se movilizaban todos los carros de la capital, haciendo parte de carrosas o llevando afanosos espectadores. Las mujeres hacían su aparición vestidas de manolas o gitanas y los demás hacían parte de las comparsas y carrosas.
Los carros y comparsas más representativos fueron galardonados y reseñados en los más importantes diarios. El carro de los “Caballeros Templarios”, el “Trasteo de un rico”, la comparsa de los “Reyes y los caballeros de la Baraja”, “Los Highlanders Escoceses”, el “Nido de los Búhos”, “los Caballeros del Ku-klux-Klan”; “Los Árabes”; “Los gitanos”; “Mosqueteros”, entre otras tantas, fueron consideradas las mejores representaciones artísticas. La representación de la famosa “loca Margarita”, habitante de la calle de la ciudad de Bogotá recordada por su espíritu liberal y su clara aversión a los godos, fue también notablemente resaltada.
El espíritu del carnaval estudiantil, y sus elementos simbólicos, fue resumido en las estrofas de El himno del estudiante con letra de Jaime Robledo y música de la señorita H.L. Uribe, publicado en 1924 en el periódico El mundo al día, para inaugurar su página musical:
Lejos de libros y profesores,mucho más lejos del bien y del mal,
entre sonrisas mujeres y flores,
llega el presagio del Carnaval.
Las chicas, que antes eran esquivas,
Pues nuestros [sic] no eran ni capa ni frac,
entre nuestras redes quedan cautivas,
de nuestra flema de Bergerac.
En nuestro empeño sólo admitimos
el magisterio de Omar Kayam
que, en una copa, sapiencia y vino,
supo, felices, involucrar.
Y así entre corte de luz y amores
y muy distantes del bien y del mal,
brotara en medio de entre las flores
la flor burlesca del Carnaval.
Los estudiantes que habían cambiado sus libros y cuadernos por el antifaz y los disfraces, finalmente, levantan al Pericles carnaval para celebrar su muerte, robo o fusilamiento y realizar su entierro. El gran muñeco de algodón, guardado todos los años frente a la Facultad de Medicina, en la Plaza de los Mártires, “sirvió para darle un vuelco no sólo a la vida estudiantil sino a todos los antecedentes del vivir bogotano, que hasta entonces había sido triste y penumbroso” (Arciniegas, 1996. Párr. 5); representaba el inicio de la fiesta y su homenaje funerario, entre los lloriqueos de las viudas y berridos de dolor, simbolizaba la finalización del carnaval. Así pues, los “[…] sollozos fueron apagándose y, ya sobre sus pasos por la ciudad que había sido dócil esclava de su comedia, Pericles Carnaval pudo morir tranquilo, dejando sólo una huella de pétalos mustios como recuerdo de su reinado”(Arciniegas, 1996. Párr. 10).
En una ciudad tan fría como Bogotá se logró mantener vivo este fenómeno festivo desde 1921 hasta la primavera de 1934. “Bogotá se colocó de un golpe a la cabeza del país, al iniciar los carnavales, con una esplendidez que difícilmente será superada” (El tiempo. La coronación de Helena I, martes 23 de septiembre, 1924); se desmintió que el carácter de sus pobladores es retraído y triste, pues el fervor de la fiesta se percibía desde antes de la mitad del año y hasta después de finalizados los fastos.
Durante el año se recogían fondos para financiar la Fiesta del Estudiante y Carnaval estudiantil, que congregaba no sólo a miembros de la Universidad Nacional, sino también a estudiantes de la Universidad Libre y la Universidad Externado de Colombia, a través de verdaderas obras de teatro que caricaturizaban la realidad, presentaban una respuesta crítica a los acontecimientos de la época, un rechazo a la hegemonía conservadora y daban vida a cosas que no podían decirse de otra manera.
Sin embargo, aunque parecía que la fiesta se encontraba en todo su esplendor, el carnaval comienza a decaer. Ya desde 1926 la crisis económica que golpeaba a la ciudad había disminuido el número de asistentes de las altas clases sociales. En 1928 las críticas de los creyentes católicos y al mismo tiempo los proyectos presentados ante el Senado, en contra del carnaval y a favor del cierre de la Casa del Estudiante, fueron los grandes enemigos de la celebración, pero aún así no lograron suspenderlo. En este entonces los opositores alegaban que esta festividad era fuente de embrutecimiento por los altos consumos de alcohol y aludían especialmente al consumo de chicha. Lo que llevó a los organizadores y al estado a tomar medidas de cautela como hacer llamados de atención sobre el abuso de alcohol, promulgar la ley seca los días de los fastos y la prohibición total del consumo de chicha, lo cual tuvo impacto a nivel social y económico, con el crecimiento de las empresas cerveceras.
Superados estos inconvenientes en el año 1930, fuertes disturbios, que dejaron un muerto y más de cincuenta heridos en el ingreso a la becerrada en el Circo de San Diego, llevaron a la suspensión de la celebración durante el año siguiente. Ya en 1924 un suceso del mismo tipo había detenido la fiesta por instantes: la señorita Blanca Castro cayó de un balcón en la calle Real, en plena celebración, y murió casi instantáneamente (El tiempo. Tragedia en la Calle Real I, 22 de septiembre, 1924), sin embargo, en estos días a este suceso funesto se sumaba la crisis económica latente que obligaba a la austeridad del gasto en las familias y en el ámbito público.
En 1932, vuelve a la escena el carnaval con más esplendor que nunca; si antes la celebración duraba tres días para esta fecha duraba diez días la actividad festiva. Pero esta celebración no duraría muchos años más. En 1934 el carnaval es suspendido completamente cuando la Federación de Estudiantes acepta su inminente escisión y la reina, como su representación femenina, se ve envuelta en sucesos que se alejan completamente de sus objetivos. La protesta de los trabajadores de la empresa cervecera “Germania”, cuyo interés era presentar la exigencia de transformación social, terminó con la renuncia de la reina de los estudiantes, pues, se dice que en vez de apoyar a los trabajadores que se encontraban en huelga en la cervecería Germania, Mariana Kohn Olaya, la hija del dueño de la empresa y reina estudiantil, es acusada de disolver la huelga al ingresar a la policía en su carro. Así, en medio de inconvenientes políticos y sociales, la Fiesta del Estudiante es desterrada del gris bogotano.
Se acabó,el sol nos dice que llegó el final,
por una noche se olvidó
que cada uno es cada cual.
Vamos bajando la cuesta
que arriba en mi calle
se acabó la fiesta.
Joan Manuel Serrat
El carnaval, en el marco de la celebración del Día del estudiante, se presentó, entonces, como vinculado al movimiento estudiantil. Además de música y disfraces constituyó un elemento de reflexión política y social. Por medio de la fiesta se logró la transformación de su entorno, la posibilidad de la cátedra libre y, finalmente, la llegada de la mujer a la academia a partir de su elección como reina y representante de la lucha estudiantil; la reivindicación de los derechos de los estudiantes y se presenta como un espacio de discusión en 1926 sobre la posibilidad de la construcción de una ciudad universitaria
Carnaval estudiantil 1965
Termina la generación de las serpentinas, el confeti y el “Carnaval del barro” (Los carnavales de los años 20 y 30 tenían este otro apelativo, dado que se celebraba en plena época de lluvias y entre calles sin pavimentar) y en el año de 1962 se inicia una nueva era festiva; “la cumbiamba, la maizena, las reinas, las carrozas y el licor regresaron” (Quiroz, 2003: 146), esta vez bajo el marco de lo que se llamó Semana Universitaria. En 1965 la vieja cafetería central -en el Edificio “Francisco de Paula Santander”, donde ahora se encuentra la escuela de Diseño gráfico- , se convertía todos los sábados en una ostentosa discoteca debido a la presencia de famosas orquestas como Los Melódicos, Lucho Bermúdez, la Billo´s Caracas Boys, el Súper Combo de Emilio Villamizar, Alex Acosta, Pacho Galán, La Superbomba, Los Caribes del maestro Núñez, Los Corraleros de Majagual y la orquesta bogotana de Martínez Polit (Cf. Quiroz, 2003: 146).
Ese año, además de los preparativos de la Semana Universitaria, que se iniciaron con el comienzo de la actividad académica, apareció el estudiante de Derecho, Jaime Torres Joya: “El torero abogado”. Aunque nunca se le vio torear, como vestía siempre su traje de luces y espada, convenció al estudiantado de su capacidad de lidiar toros y pronto se esparció su fama de virtuoso de la tauromaquia en la Facultad de Derecho, en toda la universidad y, posteriormente, en la ciudad de Bogotá.
En septiembre, como preámbulo del carnaval, “El torero Jaime” pidió la opción de demostrar sus dotes en la plaza de Santamaría y, cuando el rector José Félix Patiño autorizó la salida del toro, se escuchó un estridente grito “¡¡¡Derecho!!!”. Sin embargo, Jaime Torres, al final, no respondió a las expectativas “El animal escarbó, embistió y el torero, de entrada, se fue al suelo” (Quiroz, 2003: 289). Así pues, los estudiantes perdieron el entusiasmo con la faena del estudiante de Derecho, pero se demostró aún más la diversidad del carnaval universitario, no sólo, por las carrozas y temas alusivos, sino, por los diferentes espacios alternativos a los que podían asistir.
El 8 de octubre de 1965, el desfile de carrozas se inició. Una larga fila de todo tipo de carruajes salió por la calle 45, hasta la carrera séptima, con la intención de seguir hasta el centro de Bogotá. (Una vez más la Calle Real sería recorrida por carrozas, reinas y combates de maizena, en vez de claveles y serpentinas). Al terminar el desfile, se regresaría a la Ciudad Universitaria, habría bailes en diferentes facultades y finalizaría la competencia entre ellas; la única reina del carnaval sería elegida entre todas las concursantes, coronada en la cafetería central y se exaltaría el esplendor de la carroza de la Facultad de Artes, en cabeza del maestro Francisco Cardona (El profesor pensionado, en la entrevista realizada en julio del año 2010 por Francisco Cardozo y Catalina Bohórquez, cuenta que se ganó $15.000 en este concurso y no recuerda con claridad si su estructura era un carro egipcio, griego o romano. Sin embargo, intentó esclarecerlo con un dibujo)
El ejército y los estudiantes en el año 1965, por primera vez, marchaban unidos; enlazados por la misma profesión -estudiantes de ingeniería e ingenieros militares- recorrían, en los camiones y volquetas del Ejército, las calles de la ciudad. Durante horas y, a lo largo de muchas cuadras, hubo derroche de pólvora, harina, disfraces y orquestas. La carroza premiada del profesor Pacho Cardona apenas se encontraba cerca de la calle 45 con Caracas, mientras el resto de la caravana ya estaba frente del Museo Nacional. Recuerda con tristeza el Maestro Pacho Cardona cómo, para él, terminó esta fiesta casi antes de iniciarse; vio cómo las caras de alegría se transformaban en preocupación y llanto y pedían que se detuviera el jolgorio. A viva voz, entrecortada por la angustia, se decía que el estudiante de Ingeniería Mecánica: Orlando Castro Mahecha había caído de una volqueta del convoy militar y, desafortunadamente, había muerto arrollado por el pesado vehículo. “El silencio fue total y el desfile se cubrió de tristeza; los estudiantes regresaron por la misma ruta de su partida. Las carrozas se desmantelaron solas, la decoración se fue haciendo trizas” (Quiroz, 2003: 147).
El regreso de los estudiantes a la ciudad universitaria, en medio de lloriqueos, luego del trágico suceso de 1965, representó lo que en los años 20 y 30 era el entierro del Pericles carnaval; simbolizaba la finalización de la fiesta y, en este caso más que eso: el destierro de estas festividades por muchos años, pues, en los siguientes septiembres la universidad se limitó a ofrecer una Semana Cultural, sin las expectativas de un regocijo multitudinario, que involucraba a la población bogotana.
En 1986 durante la Semana Cultural, los estudiantes de Veterinaria y Zootecnia, armaron en la concha acústica una pista de madera con propiedades de distinguir con claridad el paso de valiosos caballos montados por chalanes muy bien pagos. Un señor de frondosa barriga sentado en el patio de Zootecnia y sosteniendo de las riendas a un caballo que se movía nervioso, daba órdenes a un palafrenero para que calmara al animal. El caballista era Fabio Ochoa, cuyos hijos se vieron involucrados en el narcotráfico.
La concha acústica estaba repleta de estudiantes y valiosos animales y, además, del acondicionamiento de la pista para los caballos de paso, armaron graderías en madera para ver mejor el espectáculo y oír el paso rítmico de estos caballos. De un momento a otro empezó a oírse una gritería a lo lejos y un grupo grande de estudiantes se acercaron a la pista acústica gritando “fuera narcos de la Universidad Nacional”. De inmediato los guardaespaldas del caballista lo montaron en su Mercedes Benz y los caballos fueron llevados a los camiones. De nuevo lo que parecía una feria de pueblo, en una semana cultural, terminó en forma abrupta.
Fiesta estudiantil 1996-1997
¡La alegría no es solo brasilera!Que Bogotá es Candela…
¡El carnaval ha muerto! ¡Viva el Carnaval!
¡Quien lo vive es quién lo goza!
Y aquí no es la arenosa6
BANDO DEL CARNAVAL DE 1996
Con el apoyo de Bienestar Universitario, el ICFES y el Instituto Distrital de Cultura y Turismo (IDCT), en los años 1996 y 1997, un nuevo intento de revivir el carnaval aparece Con expresiones culturales urbanas contemporáneas, como el ska y el punk, actividades lúdicas; talleres alternativos a la fiesta como “Charlie y la chicha” (donde se hablaba de temas relacionados con el Carnaval, desde una perspectiva académica), y la participación de diferentes universidades de la ciudad (Universidad Antonio Nariño, Universidad Libre y la Universidad Externado de Colombia), se llevó a cabo una nueva fiesta estudiantil, con carrozas y comparsas que salen del campus universitario e inundan de entusiasmo la ciudad de Bogotá.
Como siempre, la Universidad Nacional representa un reflejo de la sociedad colombiana y, en este caso, no fue la excepción. La fiesta fue una manifestación de la época que se estaba viviendo y de la transformación cultural; de las murgas y Los Melódicos se pasó a la inclusión de músicas contemporáneas, (la reconocida agrupación 1280 Almas y otras tantas, de renombre, accedieron a tocar en este evento). Igualmente, la junta del carnaval decidió que, a diferencia de los carnavales anteriores, no se incluirían concursos ni se otorgarían premios, para evitar las jerarquías y disputas. Los reinados tampoco fueron contemplados como un evento alternativo a la fiesta, pues eran considerados como explotación fatídica de la mujer.
La reinvención del carnaval: 2010
Ben ritornato, carnaval giocondo!Eccomitriato, maripliglio, mondo, la mascherabuggiarda!
STTECHETL
Después de desaparecer el carnaval en 1934, por motivos políticos, de la tragedia de 1965 y disminuido el entusiasmo de los estudiantes en 1997, la fiesta resurge en el año 2010. A diferencia de años anteriores, esta vez la iniciativa fue de la Dirección de Bienestar, el ánimo era institucional y no de los estudiantes, lo que trajo a colación una serie de supuestos tales como: “hacer un carnaval desde la institución es matar el carnaval” y largas discusiones entre académicos sobre la posibilidad de la existencia de un carnaval en la universidad.
Ya en los años 20 y 30, la fiesta había sido fuente de controversia, no en los pasillos precisamente, sino en importantes espacios como el Senado. Este año 2010, las discusiones no superaron los extramuros de la universidad y, al contrario, enriquecieron su desarrollo. En todas las épocas las discusiones abarcaban desde el punto de vista presupuestal, hasta el punto de vista de las dificultades para controlar una fiesta de esta magnitud. Ante todas las objeciones, se puede decir simplemente que la vida de un estudiante de algún modo es festiva, todos beben, bailan y se exceden; en un ambiente universitario el carnaval no es más que “un antídoto contra el aburrimiento” (Molina, 2006: 287), y éste se regula desde su interior.
La aproximación al carnaval se encontraba cimentada sobre un componente académico y de investigación, se partió de un análisis de la imaginación carnavalesca universitaria; del pensamiento festivo desde la academia. Luego de la charla, Carnaval estudiantil de los años 20 en Colombia, día del estudiante, ofrecida por el profesor Marcos González Pérez, el 21 de septiembre de 2009, en el marco Diverculturas (Evento organizado por el Programa Gestión de Proyectos, con apoyo del Grupo Estudiantil Contestarte.), en la Semana Universitaria, el docente presentó el proyecto “Carnaval UN 2010 – Hacia la reinvención del carnaval universitario” el cual fue aprobado en el año 2010 -El término “reinvención” empleado en la formulación de este proyecto es traído desde los análisis de Eric Hobsbawm (1983) en su libro La invención de la tradición. En este intento poner en escena el carnaval estudiantil año tras año, se impone una conducta de repetición que es, de algún modo, ajena a la cotidianidad, lo que corresponde a lo que este autor entiende por “invención de una tradición”. Sin embargo, dado que en la Universidad Nacional, como se vio en los apartados anteriores, existen unos antecedentes históricos de carnaval, se ha decidido adoptar el término “reinvención”, para referirse a esta tradición intermitente, tomar como referencia viejas puestas en escena del carnaval y el componente de innovación presente en cada una de las épocas-
En marzo inician los procesos de organización del carnaval y, en conjunto, Bienestar Docente y Administrativo, el Área de Cultura y el Programa Gestión de Proyectos abrieron sus convocatorias para, desde lo institucional, avalar iniciativas de estudiantes, docentes y administrativos. Armados hasta los dientes de máscaras, música, vestidos de colores brillantes, danza y caricaturas vivientes, los administrativos, Grupos Culturales Institucionales y Grupos Estudiantiles de Trabajo y Administrativos, el 23 de septiembre, en plena Semana Universitaria, configuraron un nuevo escenario de la puesta en escena de lo social, lo político y lo económico.
Se mantuvo el trasfondo académico con el ciclo de charlas Historias del carnaval en la Universidad Nacional de Colombia, con invitados como Ciro Quiroz, Diana Molina, Gabriel Restrepo y Marcos González, y se cerró el 21 de septiembre del 2010 con la presentación en vivo de la música del carnaval estudiantil de los años 20 y 30, cuya interpretación la realizaron estudiantes y egresados de la Universidad Nacional, principalmente -En el Banco de partituras de la Biblioteca Nacional el grupo contestarte encontró varias partituras escritas de puño y letra de sus compositores y las faltantes se localizaron recorriendo las páginas del periódico Mundo al día desde 1927 hasta 1934 buscando sábado tras sábado, en la página musical e investigando la procedencia de cada una de estas. Nos complace presentarles esta edición especial de la Revista Contestarte acompañada de el CD de la música del carnaval estudiantil de los años 20 y 30. También se consultó el libro de Jaime Cortéz PolaniaUniversitario-
Se desarrollaron, paralelamente, una serie de talleres preparatorios de elaboración de máscaras, tocados, disfraces, maquillaje y la Apropiación orgánica del ritmo. Finalizados estos procesos cada facultad y dependencia pudo presentar su carroza o comparsa, muchas de ellas bajo la temática del Bicentenario, en un desfile que recorrió el anillo vial de la universidad.
Se destacó la participación de la División de Registro con la impresión de miles de carnet que identificaban al revivido carnaval de la siguiente forma: Nombre: Carnaval, Apellido:PolaniaUniversitario, Carrera: Gozadera total. La Dirección académica, también hizo su aparición, con su comparsa “Loco política colombiana”, compuesta por una serie de muñecones de los personajes más populares en la política del país
Se destacó, entre los proyectos avalados por el Programa Gestión de Proyectos, la presencia de la “Carroza dental”, de la Facultad de Odontología, “La muerte del caído” y “Quítate la mascarita que te quiero conocer” de la Facultad de Artes; “Carnaval de Medicina” con una carroza alusiva a la famosa Ley 100 (polémica ley de salud); “Vuelos de Libertad” de la Facultad de Derecho, “La parodia del bicentenario” de la Facultad de Ciencias y “Explosión de carnaval, memoria y resistencia”, con sus muñecones gigantes que ahora adornan el Edificio Orlando Fals Borda.
Fue evidente la participación del Área de Cultura desde los preparativos en la lectura del Bando -con la presencia de sus zanqueros- y en la puesta en escena del carnaval fue considerable la participación de las Danzas Folclóricas Colombianas, Afrocolombianas, Contemporáneas y Urbanas. Resonó en su presentación la música Folclórica Andina, Gaitas y tambores y Tuna Masculina.
En este carnaval, como en el de 1996 y 1997, no hubo reinas oficialmente elegidas. El personaje femenino fue esta vez parte de la parodia de varias comparsas, entre ellas The ‘E’ Theater de la Facultad de Ciencias Humanas, con la aparición de Miss Traguitos, Miss Colombia, Miss Ley 100 y, desde la perspectiva histórica, la División de Archivo y Correspondencia “revivió” a las líderes estudiantiles de los años 20 y 30.
También es importante destacar la aparición de personajes como “Los búhos” y “Los encapuchados”, que de algún modo se han convertido en símbolos que representan la universidad, como espacio académico y de revolución, y la inclusión de personajes como el excandidato presidencial Antanas Mockus, en bicicleta, con su trasero al aire y con guarda espaldas, Manuel Elkin Patarroyo con su vacuna, Andrés Pastrana, con su reconocida sonrisa, y los presidentes de moda: Hugo Chávez, Barack Obama y Álvaro Uribe Vélez.
Referencias
González Pérez, M. (2005). Carnestolendas y Carnavales en Santa Fe y Bogotá. Bogotá: Intercultura.
Hobsbawm E. & T. Ranger (1983). The Invention of the Tradition. Cambridge: Cambridge University Press
Quiroz Otero, C. (2003). La Universidad Nacional de Colombia en sus pasillos. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
Periódico Mundo al Día 1921-1934
Periódico El tiempo 1921- 1925
Entrevistas:
Cardozo Macías, F.O; Bohórquez Mendoza, C. (7 de julio de 2010) Entrevista Marcos Gonzalez