De piratas, asesinos, héroes y algo más


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Mucho se ha escrito sobre las aventuras y viajes de los piratas, mas no de su forma de vida. La idea de una vida llena de aventura y feliz nos ha llamado la atención desde la infancia, cautivándonos con el misterio y la fantasía que ello propone, donde las historias fascinantes y prácticas curiosas incitan a nuestra imaginación e instigan nuestro sentido de aventura. Sin embargo, a pesar de ser tan apasionante, la vida del pirata no es como se piensa popularmente, es una vida llena de peligros y tropiezos, llevada en extremo al libertinaje: ron o vino, burdeles y juegos de azar, despilfarraban alegremente sin medida ni prudencia, mofándose a gran escala de la sociedad convencional.

Cada vez que escuchamos algo sobre piratas y sus aventuras, se suele imaginar el típico hombre intrépido, aventurero, impetuoso y, sobre todo, criminal en altamar, que se entrega a la búsqueda de cofres llenos de monedas de oro. Estas representaciones son producto de diversas influencias literarias como La Isla del Tesoro de Robert Stevenson y Peter Pan de James Matthew Barrie. Este atractivo por los piratas, que no solo sintieron las personas del siglo XIX como Stevenson y Matthew, sino también las de esta era, obedece a la necesidad de rebeldía en las personas que invita a sobrepasar las barreras cotidianas, buscando la tan anhelada libertad que la figura del pirata refleja.

Esta canonización que hacemos de los piratas como héroes, que con su propio sudor dirigen los vientos de su destino, es diluida al contrastarla con los hechos cometidos entre 1650 y 1730, también conocida como La Edad de Oro de la Piratería. Los piratas eran los seres más odiados en esa época, considerados como enemigos de la humanidad. Asesinatos, chantajes, traiciones, violaciones y pillajes eran las actividades comunes a las que destinaban su vida. Los piratas representaban al propio diablo, al mal, que con sus métodos macabros y siniestros regía en altamar.

Las dos perceptivas anteriores ignoran, como lo llamamos, los atractivos de la vida pirata, notados por los marineros de dicha época; una vida autentica, mejor y elegible. Por eso, para conocer un poco mejor la vida de los piratas es indispensable mirar en primer lugar las posibles causas para la escogencia de este tipo de vida, observar sus costumbres y principios. No se puede mirar al pirata como un recipiente vacío, que actúa influenciado por el mal o por el bien, ya que esto significaría quitar al hombre,«bajo el parche», aspectos característicos como soñar, sentir, actuar según sus decisiones, en búsqueda de una vida mejor.

De corsarios a piratas, un paso entre la legalidad

En Inglaterra, en el siglo XV, la actividad portuaria fue de suma importancia para la economía del país, no solo porque permitía la administración del sector comercial, sino porque daba paso al desarrollo estratégico en caso de guerra. En la antigüedad, estas dos razones incitaron el inicio de las primeras travesías por el mar, siendo principalmente la segunda razón la que motivó el surgimiento de los Corsarios (marineros que obtenían riquezas para el Monarca mediante el ataque de buques pertenecientes a países enemigos de forma legal).

En su mayoría, los piratas de Inglaterra se iniciaron en la piratería después de un tiempo como corsarios. Por ejemplo, Henry Avery (1653) al ser enviado a favor de España en su guerra contra Francia, y después de ocho meses sin recibir remuneración por su trabajo, decidió liderar un motín a su propio barco. Allí, además de serle otorgado el título de Capitán, también fue reconocido con respeto entre su tripulación, llegando a ser poseedor de una gran fortuna. Asimismo, fue conocido como uno de los piratas más sanguinarios y crueles, pues lideró saqueos violentos mientras fue capitán de la nave a la que llamó Fancy.

Otro gran pirata fue el tan conocido Barbanegra (1618) uno de los piratas más temidos en su época, no por sus barbaries, ya que se asegura que nunca mató a nadie por su cuenta, sino por su terrorífica apariencia, un aspecto demoniaco y oscuro. Pasó de corsario a pirata debido a la falta de empleo al llegar la época de paz. El ser corsario solo era permitido en épocas de guerra. Inició su carrera como pirata en compañía de otros marineros, con un buque francés de cuarenta cañones al que llamó Venganza de la Reina Ana, con el que emprendió un bloqueo de diez días en el que asaltó de ocho a nueve barcos sin el uso de la violencia.

En cuanto a los inicios dentro de la vida pirata, uno de los motivos más comunes era el desacuerdo con las leyes estatales. Un ejemplo de ello se ve reflejado en Thomas Salkeld, quien tras su desacuerdo con Jacobo I por la firma de la paz con España, decidió convertirse en pirata. Esta conversión perseguía tanto hacerle frente al Rey como conseguir grandes fortunas. De esa manera, uno de los acontecimientos más llamativos de este gran personaje es el suceso en la isla de Lundy, un espacio propicio para el escondite, donde tomó el poder y se hizo llamar «rey». En ese cargo se desempeñó por poco tiempo debido al mal trato que ejercía sobre sus esclavos, quienes llevaron a cabo una revolución, conduciéndolo a fracasar en su empeño y dejándolo al borde de la muerte.

Por otro lado, y retomando la literatura romántica acerca de los piratas, se ha representado a los piratas como seres analfabetas, aunque eso es un tanto equivocado. Piratas como Barbanegra sabían leer y escribir, pero quizá el ejemplo más significativo del pensador pirata es William Dampier (1651). Este, a pesar de ser un asesino y traicionero en cuanto le convenía, comenzó su aventura como pirata motivado por el conocimiento y la ciencia. Inició con pequeños viajes a Francia y Terranova para después convertirse en bucanero (que a diferencia de los corsarios, eran marineros del Caribe). Incluso Darwin era gran amante de sus hazañas y Dampier adoraba cualquier libro de investigación, al punto de que escribió diferentes obras de las cuales la más conocida es Nuevo viaje alrededor del mundo. Ese texto le otorgó no solo un gran reconocimiento, sino que enriqueció la cultura de la gente y su lenguaje.

Pactos y contratos, más allá de la visión común de los piratas

En una época donde el sistema de gobierno predominante era el monárquico, sorprende la presencia de deseos de una vida mejor en la cual se toman drásticas medidas en virtud de alcanzar tal anhelo. Con ese anhelo, los piratas se organizaban por medio de pactos equitativos, principios de igualdad, y un carácter de contracultura. Además, un aspecto a destacar es la valentía que tenían para tomar la vida de los pelos, haciéndose cargo de ella, sin esperar que el bienestar y la felicidad vinieran caídos del cielo.

A pesar de ser una estirpe perpetradora de actos vandálicos y fechorías atroces, no dejaban a la deriva el velero de su vida por el ancho mar, pues eso reduciría sus posibilidades de triunfo. Por ello, no es posible ignorar sus organizaciones, si se quieren comprender las formas y estilos de vida. Uno de los ejemplos más notables de tales organizaciones y de un pacto equitativo se encuentra en el relato de Alexander Exquemelin sobre la vida y costumbres de los bucaneros, y en el código de los piratas Condiciones y Términos del Trabajo de la tripulación de Bart «el Negro».

En el primer caso, Exquemelin muestra el grado de organización que tenían las sociedades bucaneras. Cuando los bucaneros partían hacia alta mar comunicaron el proyecto a los hombres que estaban dispuestos a navegar. A partir de ello, deliberaron conjuntamente cuál debía ser su destino para provisionar el barco. Ya solucionados los preparativos del viaje, toda la tripulación decidió cuál debía ser su destino. Cuando alcanzaron un conceso en la decisión, colectivamente redactaron un acuerdo, donde se especificaron los porcentajes de dinero necesarios para la travesía. Así, el excedente (a causa de restar lo apresado con aquel fondo de capital común) se debía repartir en tantas partes iguales como hombres hubieran viajado a bordo. Por último, para garantizar una repartición equitativa y evitar engaños por parte de la tripulación, todos tenían que jurar ante la biblia que, una vez apresado un barco y saquearlo, no se poseía nada del botín para sí mismo. Si a un pirata se le encontraba algo guardado, era expulsado de la comunidad.

Estas normas garantizaban el funcionamiento de las comunidades piratas y, además, estimulaban sus peculiares formas de vida, ya que se basaban en principios de igualdad, autonomía de los sujetos y libertad, que generaban un ambiente ideal para posibilitar sus prácticas excesivas.

Un ejemplo de pactos en comunidades piratas es el código que mencionamos anteriormente. En él aparece un cúmulo de reglas aceptadas por la tripulación, que proporcionaban los ambientes agradables para el desarrollo normal de las vidas de los piratas. Figuran reglas como el derecho al voto, métodos para el repartimiento del botín ganado, normas para la convivencia y la unión de la comunidad (como no jugar a las cartas en el navío, abandonar en una isla al que abandone el combate o el duelo como solución a diferentes problemas) y cosas como un seguro de vida laboral (dinero que se le otorgaba a un pirata por alguna herida irreparable, como el perder una parte del cuerpo).

Estas formas de organizarse desmienten pero a la vez aprueban la idea de los piratas como absolutos anarquistas. Las aventuras emprendidas no tenían ninguna posibilidad de éxito sin tales acuerdos. Esto desmotivaba a la tripulación para soportar los diversos tormentos únicamente por el fin deseado, pero la decisión de tomar sus caminos, de rechazar la intervención de terceros (como el estado y la iglesia) y de conseguir sus deseos por sus propias manos prueban el sentido anárquico del pirata.

Esto parecerá utópico y fantasioso, pero la expedición que realizó Henry Morgan para hacer la toma de Panamá habla por sí sola. En el viaje, Morgan junto con sus hombres buscaban saquear y apropiarse de esta ciudad que era una de las más importantes del reino español en las colonias. Esta intención quería llevarse a cabo con el uso de botes, pero debido al pésimo clima, tuvo que realizarse a pie. Para ello decidieron cargar poco equipaje, con la esperanza de encontrar pequeños poblados y abastecerse en ellos, pero como terminó causando un avance lento y la aventura era vigilada por espías indios, al llegar a dichos poblados no encontraron más que soledad. Después de días de hambre y mucho esfuerzo físico, los piratas decidieron comerse las bolsas de cuero cortándolas en tiras para luego machacarlas o golpearlas contra una roca. Luego las hervían y eran digeridas con facilidad. Morgan, al notar tales dificultades, animaba a sus hombres, augurándoles tiempos de gloria, después de saqueada la ciudad de Panamá.

En últimas, la vida de un pirata estaba llena de muchos peligros e implicaciones que, para la mayoría de las personas, serían indeseables hasta para el más ruin y cruel de los humanos; superado y llevadero, no solo por la ambición del dinero, sino también por un estado anhelado de plenitud, manifiesto en la sensaciones indomables de explorar y descubrir el mundo libremente. Esto es posible, como nos lo enseñan los piratas, buscando lo que se desea con el propio esfuerzo y acarreando con todas sus consecuencias, y en últimas, ser amos y señores de nuestro propio destino.

Realidad vs. fantasía

Siendo así, ¿dónde queda el pirata con un parche en el ojo, una pata de palo, una mano de garfio, un loro en su hombro, buscador y creador de mapas de tesoros? Bien, nos hemos dado cuenta de que la vida del pirata no está solo llena de aventuras y de magia, es una vida llena de peligros, asesinatos, saqueos y sangre, en donde sobrevivir es una fortuna y tener una buena calidad de vida, llena de comodidades y demás lujos es nulo. Sin embargo, el lema de «una vida corta pero feliz» es cumplido a cabalidad por estos increíbles piratas, quienes sin importar el mañana disfrutaban del día a día, y quienes seguirán sirviendo de inspiración para fascinantes historias y leyendas, estimulando en grandes y niños, nuestro espíritu aventurero e investigador.

Bibliografía

Matthew, James. (2010). Peter Pan. Madrid: Alianza Editorial.
Reeves, Vic. (2010). Piratas. History Channel.
Robertson, Stuart. (2010). La vida de los Piratas, contada por ellos mismos, por sus víctimas y por sus perseguidores. Barcelona: Editorial Crítica.
Stevenson, Robert. (1998). La Isla del Tesoro. México: Editorial Porrúa.

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