¿Está muriendo la muerte?


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La cultura es el único terreno en el que nos estamos encontrando en Colombia sin necesidad de matarnos. Tenemos que insistir en la necesidad de aproximarnos a la investigación. Aunque suene repetitivo: buscar de dónde venimos y para dónde vamos

Orlando Serrano (Investigador de la U.I.S.)

Habían pasado muchos años desde que, por primera vez, todavía siendo niño, asistí a un “an­gelito baila’o”, ritual fúnebre que, en la vereda Venecia, de Sogamoso, donde viví mis primeros años de vida. Era tradicional en la década del setenta y que se caracterizaba por elementos culturales que, tiempo después, empecé a reconocer como comunes en otros ritos fúnebres de otras regiones de Colombia, como los de chigualo o gualí, en la costa del Pacífico, o los de lumbalú, en la costa del Caribe, que hasta ahora no había considerado como objeto de estudio y, mu­cho menos, de investigación.

Casi treinta años después, cuando el calendario rondaba el mes de noviembre de 2012, e imbuido en el ambiente aca­démico de análisis de nuestras tradiciones festivas y carnavales­cas en Colombia, me encontré de repente en un debate sobre la esencia, vigencia y presencia de los ritos fúnebres en Palen­que, lo que hasta entonces no me había dado mucho en qué pensar, hasta que alguien ajeno a las ponentes indicó la ame­naza que representa para estas tradiciones el ya masificado mercado que funerarias, com­pañías de servicios exequiales y otros negocios relacionados con la muerte han instaurado en nuestro territorio… A partir de allí, la participación del audi­torio y la discusión misma del encuentro tomaron otro rumbo.

En efecto, las opiniones a favor y en contra de lo que representan este tipo de nego­cios en la configuración de la cultura generaron otro debate quizás ajeno al que se preten­día, mas no por eso menos importante: el de la globali­zación y su incidencia en la pérdida de identidad cultural.

Como era de esperarse, no se llegó a ninguna conclusión por la diversidad de opinio­nes sobre el tema, pero quedó en el ambiente la inquietud rondando como un eco, pi­diendo ser tratada, buscando espacios para su reflexión. Este texto es un pequeño in­tento para abrir el debate.

Los estudios regionales que se adelantan en Colombia desde la perspectiva de la historia social han abordado diversos temas de la vida cotidiana, las costumbres y las relacio­nes de las comunidades, pero son pocos los casos en los que se ha tomado la muerte y sus elementos como objeto de estudio. Como se sabe, Ja­mes Luchar (como se citó en Bonnett, 1981, p. 159) ha pos­tulado que “cualquier rama dela historia puede convertirse en una investigación social si se desvía su atención de su objeto de estudio principal hacia los sujetos que realizan la acción”, por lo que este texto se enmarca en dicho campo, en concordan­cia también con la catalogación que hace Hobsbawm (como se citó en Bonnett, 1981, p. 159) al demarcar como uno de los cam­pos de la historia social el que hace referencia a “los escritos sobre algunas actividades hu­manas difíciles de agrupar por su variedad, como los asuntos concernientes a la vida cotidia­na, modales o costumbres…”

A la vez, se circunscribe al campo de la ‘historia popular’, establecido como uno de los tópicos tratados actualmente por la historia social, de acuerdo con Diana Bonnet (1981), y que, según ella, “se caracteriza por el estudio de todo aquello que tenga que ver con la vida de las personas” (Bonnet, 1981, p. 172).En su configuración se abor­dan aspectos como la religión, las creencias, los rituales, las relaciones entre lo social y lo económico y algunos aspectos sociológicos que surgen como complementación del trabajo en torno al objeto de estudio: la muerte como rito y como negocio en la Colombia actual.

Desde esa perspectiva, reducir las magnitudes del problema de investigación al complejo esquema de descono­cimiento y desinterés, no solo por parte del Estado, directo responsable de su conservación ritual como patrimonio cul­tural, sino también por parte de quienes a lo largo y ancho del país tenemos como base de nuestro trabajo profesional ocupacional la tradición popular en todas sus manifestaciones, sería aceptar una obvia realidad nacional que día a día preocu­pa más en todos los campos de estudio de la cultura y que, de entrada, implica abordar estos rituales de la muerte como he­chos culturales propios de una identidad particular dentro delas comunidades estudiadas.

Pero no es sólo eso. En sus antecedentes, el problema aparentemente simple de desplazamiento cultural de las tradiciones fúnebres en las comunidades rurales y, aun, en algunas comunidades urbanas marginadas, conlleva entrar en campos hasta ahora inexplorados de estudio frente a la influencia del comercio, los mercados y el negocio que en torno a la muerte se han popularizado y masificado en la Colombia actual, respecto a la conservación de las tradiciones fúnebres ancestrales. Y, desde luego, implica recurrir a las leyes vigentes, particularmente a la Ley 397 de 1997[1], para exigir a las autoridades estatales la declaratoria de estas tradiciones como componentes del patrimonio cultural colombiano y reclamar su correspondiente protección frente a este fenómeno comercial.

Los elementos comunes en los tres tipos de rituales fúne­bres estudiados, a saber: los de lumbalú, en la costa Caribe; los de chigualo o gualí, en la costa del Pacífico, y los ‘angelitos baila’os’, en la zona andina del Altiplano, permiten inferir una tradición ancestral lejana en estos rituales, ‘transversalizada’ por las manifestaciones anexas al contexto formal del ritual fúnebre como proceso de cohe­sión social y la influencia de los negocios y el comercio de servi­cios exequiales como elementos ‘aculturizantes’ y arrasadores de las tradiciones ancestrales.

En cuanto a delimitación teórica es muy poco el material impreso o documental existente en torno a este tipo de tradi­ciones rituales ancestrales. Sin embargo, se sabe que el Centro de Documentación Musical del extinto Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura), hoy transformado en Ministerio de Cultura, sigue existiendo con ese mismo nombre, aun­que su material de archivo ha sido ampliado a otras ramas de estudio distintas a la música, a la vez que se han conservado múltiples registros de rituales fúnebres en palenques de la costa Caribe y en el departa­mento del Chocó (para el caso del Pacífico). De todas formas, aún se desconoce si existe algún registro de rituales fúnebres en el interior del país o en los Llanos orientales. A este res­pecto, se sabe de investigadores que han abordado estos temas y entre los que se cuentan al maestro Guillermo Abadía Morales y al músico, composi­tor e investigador de la cultura llanera, Miguel Ángel Martín.

Por demás, existe memoria escrita y audiovisual de algunos eventos académicos, como las Jornadas Regionales de Cultura Popular, que se realizaron en los años 1989, 1990 y 1991 por parte de Colcultura y el Plan Nacional de Rehabilitación (PNR), y en las que están registradas ponencias presentadas en los foros, tales como “Ritos Fúnebres en Palenque”[1], “La separación para siempre”[2] y, también, “La muerte en la cultura negra chocoana y el rito” (Mena, 1989).

La pregunta es la misma: ¿la masificación y populari­zación en el ofrecimiento de planes de previsión exequial y otros servicios fúnebres por parte de las organizaciones comerciales dedicadas a la explotación de la muerte como negocio se constituyen en un elemento determinante en el proceso de desplazamiento o desaparición de las tradiciones rituales fúnebres ancestra­les del ‘angelito baila’o’, en el Altiplano cundi-boyacense; lumbalú, en la costa Caribe, y chigualo o gualí, en el Cho­có?… El debate está abierto.

  1. Ponencia que recoge la síntesis del trabajo titulado “La muerte en palenque, sus costumbres”, de Julia Simarra Torres, ganador del concurso de historia local, Banco de la República – Cámara de Comercio, 1988. Su autora es trabajadora social, investigadora y miembro directivo de la Organización “Palenque Adelante”, Palenque de San Basilio, Cartagena, Bolívar. La ponencia se presentó en la II Jornada Regional de Cultura Popular, Mompox, 1989 (Colcultura-PNR).
  2. En esta ponencia se describe el rito de la muerte en el Pacífico. Fue elaborada por el Grupo de Afiliados a la Organización de Barrios Populares del Chocó y presentada en el foro cultural de la III Jornada Regional de Cultura Popular, Quibdó, 1989 (Colcultura-PNR).

Referencias bibliográficas

Bonnett Vélez, D. (1981). Introducción a la historia: Fundamentos de la ciencia histórica. Revista ECO, t. XLV/1, (241).

Hobsbawm, E. (1981). De la historia social a la historia de la sociedad. Revista ECO, t. XLIV/6(240).

Lockhart, J. (1981). La historia social en Hispanoamérica colonial: evolu­ción y posibilidad. Revista ECO, t. XLV/1, (241).

Mena García, Z. (1989). La muerte en la cultura negra chocoana y el rito. III Jornada Regional de Cultura Popular, Quibdó.

 


[1] Ponencia que recoge la síntesis del trabajo titulado “La muerte en palenque, sus costumbres”, de Julia Simarra Torres, ganador del concurso de historia local, Banco de la República – Cámara de Comercio, 1988. Su autora es trabajadora social, investigadora y miembro directivo de la Organización “Palenque Adelante”, Palenque de San Basilio, Cartagena, Bolívar. La ponencia se presentó en la II Jornada Regional de Cultura Popular, Mompox, 1989 (Colcultura-PNR).

[2] En esta ponencia se describe el rito de la muerte en el Pacífico. Fue elaborada por el Grupo de Afiliados a la Organización de Barrios Populares del Chocó y presentada en el foro cultural de la III Jornada Regional de Cultura Popular, Quibdó, 1989 (Colcultura-PNR).


[1] La Ley 397 de 1997, o Ley General de la Cultura, fue sancionada el 07 de agosto de 1997 por el entonces presidente de la República, Dr. Ernesto Samper Pizano. DDesarrolla los artículos 70, 71 y 72 y demás artículos concordantes con la Constitución Política y se dictan normas sobre patrimonio cultural, fomento y estímulos a la cultura; se crea el Ministerio de la Cultura y son trasladadas algunas dependencias del extinto Instituto Colombiano de Cultura a la nueva estructura estatal.

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