Las jaulas que se repiten: El palimpsesto de censuras en la escritura de Reinaldo Arenas


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Y de no haber sido por aquellas odiosas cadenas que le apretaba las comisuras de los labios, introduciéndose por los intersticios de los dientes y atándole la lengua, se hubiera visto dentro de aquella armazón, semejante a un pájaro fantástico, la sonrisa de Servando, tranquila, agitada por una especie de ternura imperturbable.

Reinaldo Arenas. El mundo alucinante

Una de las posibles líneas interpretativas que recorren temáticamente la obra de Reinaldo Arenas, es la censura. Es interés de este escrito rastrear este tópico que, como lo pretendo mostrar, es uno de los generadores y configuradores del acto de escritura como resistencia. Es decir, la obra areniana se puede leer, de principio a fin, como la búsqueda constante e infatigable de la libertad. La censura será la causante de esa primigenia búsqueda, que atravesará su producción de una manera espiralada, si entendemos el diacronismo con que se trata a lo largo de su obra, desde Celestino antes del alba hasta El color del verano o el nuevo «Jardín de las delicias»; así como de manera sincrónica, es decir, en su contexto cultural. Éstos dos vectores, diacrónico y sincrónico, en los personajes literarios y en la incidencia vital del autor, en la difusión, impresión y distribución de la obra, convierten el tópico de la censura en un lugar central en la vida y obra de Reinaldo Arenas; tanto que se convierte en tópico recipendario, esto es, desde allí se pueden abordar los demás tópicos de estudio, como el homoerotismo, la performancia, la escritura, la obstinación, la dictadura, el totalitarismo y la historia cultural americana.

Celestino antes del alba, primera novela de Reinaldo escrita en La Habana, 1964, es una magnífica obra sobre la experiencia hipersensorial y multidimensionada de la infancia en las provincias del «Oriente» cubano. Celestino, una de las máscaras de Arenas, —porque su novela es autobiográfica y se inscribe como la primera de su pentagonía—, es un niño que vive con los once sentidos las extrañas experiencias del paisaje. Celestino tiene el don de la poesía, como Reinaldo, y escribe sus versos en los árboles, a los alrededores de su casa de campo. El abuelo materno, personaje terrorífico, escucha rumores de que su nieto escribe poesía los papayos. De inmediato, busca su hacha y sale en carrera a tumbar el registro de la poesía. Celestino entiende la escritura como forma de resistencia; sabe que las palabras, y más las elaboradas artísticamente, pueden resultar herramientas de poder, lucha y devastación. El abuelo acaba con bosques enteros, y lo obsesiona no dejar un palo en pie con los versos de Celestino. Para el abuelo la poesía es signo de falta de hombría, de amaneramiento. La narración le da la categoría al relato, de alucinante:

Hachas. Hachas. Hachas. Hachas. Hachas. Hachas. Hachas… y Celestino, como un loco, escribiendo hasta en los gajitos más finos de las matas de tribulillos. Hachas… y los árboles hacen «craannn», y caen de un solo tajo, pues este viejo maldito ha cogido una fuerza y una puntería terrible, y los otros días vi que desde el potrero cogió el hacha, la meció dos o tres veces en el aire, lanzandola con todas sus fuerzas, la mandó hasta la mata de guanábana y la hizo añicos. […]Hachas… y los rayos ya campean por dentro de la casa, y nos mientan hasta la madre. […] Hachas. Hachas. Hachas… y yo tengo miedo enorme a que algún día Celestino le dé la idea de escribir esos garabatos en su propio cuerpo. (Arenas, 51-52).

Celestino antes del alba, fue presentado al concurso de novela Cirilo Villaverde de la Unión de escritores y artistas de Cuba (UNEAC), en 1967, con el nombre original: Cantando en el pozo. Lezama Lima y Virgilio Piñera, defensores de la calidad de Celestino, sostenían que superaba la del ganador del concurso, Vivir en Candonga, de Ezequiel Vieta. La novela de Arenas es una apuesta estética por la infancia en Oriente, la de Vieta se inscribe en los presupuestos estéticos del realismo social, esto es una obra comprometida con la Revolución.

Este fue el primer indicio de censura y persecución de la obra de Arenas. El segundo, más impactante a nivel literario porque anuncia su destino como escritor: la novela dedicada a la obra de fray Servando Teresa de Mier, El mundo alucinante, censurada en Cuba, publicada en México y Francia. La novela fue censurada por su apología a la homosexualidad, que también, como práctica, estaba censurada por el castrismo. La novela, para los franceses, con Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, fue considerada como una de las mejores novelas del siglo, y su recepción le concedió en 1968, el premio Le Monde a la mejor novela extranjera. Es paradójico que esta misma novela desencadenara una serie de persecuciones a la vida y obra de Arenas, dentro de la isla y que al mismo tiempo se ganara, muy joven, el reconocimiento internacional. Con la censura a esta novela, se inicia la censura a toda su obra y la invisibilización de su nombre, tanto que fue prohibida la publicación de cualquier texto de Reinaldo Arenas, a nivel nacional, y si enviaba o se publicaban sus textos a nivel internacional el autor debía hacerse responsable por el delito de «diversionismo ideológico». Diversionismo ideológico se define como:

Artículo 103
1. Incurre en sanción de privación de libertad de uno a ocho años el que:
a) incite contra el orden social, la solidaridad internacional o el estado socialista, mediante la propaganda oral o escrita o en cualquier otra forma; […]
2. Sí, para la ejecución, de los hechos previstos en los apartados anteriores, se utilizan medios de difusión masiva, la sanción de la privación de la libertad será de siete a 15 años. (Gaceta oficial de Cuba, 1974).

Uno de los casos más dramáticos fue la conocida sentencia del 3 de julio de 1974 en contra de René Ariza Bardales que cito a continuación:

Conclusiones del tribunal: que el acusado asegurado René Ariza Bardales, […] desde hace algún tiempo viene dedicándose a escribir cuentos, ensayos y relatos cuyo contenido y enfoque se basan en el más amplio diversionismo ideológico y propaganda contrarrevolucionaria escrita. Que todo este material literario carente de valor artístico, escrito en contra de los intereses de nuestro pueblo, de nuestro primer ministro comandante Fidel Castro Ruz, mártires de nuestra patria y demás dirigentes nuestros, fue tratado de enviar al exterior de nuestro país para mediante su divulgación incitar contra el orden socialista y la solidaridad internacional. La sanción que debe ponérsele es la de ocho años de reclusión. (Arenas, Necesidad de libertad, 78).

El mundo alucinante, novela de calidad literaria superlativa, recupera la vida de uno de los personajes más enigmáticos, perseguidos y censurados de la América colonial: el fraile dominico y doctor en teología de la Real y Pontificia Universidad de México, José Servando Teresa de Mier y Noriega y Guerra (Monterrey, 1763– Ciudad de México, 1827). Fray Servando, magnífico novohispano y con una carrera en la prédica de Tomás apóstol y Santo Tomás de Aquino sin par, y con motivo de la celebración de la virgen de la Guadalupe es encargado para el ofrecimiento del sermón. El 12 diciembre 1794, día que marcará el destino del padre Mier, se convierte en la fecha de la celebración más controvertida de la guadalupana: fray Servando, gracias a los consejos del licenciado Borunda, expone una integradora teoría: «Guadalupe no está pintada en la tilma de Juan Diego sino en la capa de Santo Tomé (conocido por los indios como Quetzalcóatl) y apóstol de este reino. Mil setecientos cincuenta años antes del presente, la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe ya era muy célebre y adorada por los indios aztecas que eran cristianos, en la cima plana de esta sierra del Tenayuca, donde erigió templo y la colocó Santo Tomé». Esta afirmación, el primer párrafo de su sermón, para Servando tiene la intención, al mejor estilo de uno de los grandes ilustres de su orden, el Padre de las Casas, de darle el estatus a los precortesianos de «hombres» reconocidos y reconocedores de Dios. Es decir, que antes de los españoles los mexicanos, gracias a la prédica de Santo Tomás, quien difundió la palabra divina por todo el mundo, como lo ordena Jesús, incluido América, conocían las enseñanzas del hijo de Dios y vivían en la gracia y la bondad divina. Esta tesis, que pretendía hermanar a los americanos con los europeos dejaba sin piso la justificación catequizadora y colonizadora de los españoles sobre la América. De esta manera lo leyeron sus censores, y en especial el Virrey de Haro. El doctor Fernández de Uribe confirma la censura el 21 enero, quien al mismo tiempo le otorga sustento jurídico a su preventiva reclusión. Fray Servando es apresado y conducido de la cárcel de San Juan de Ulúa al convento (prisión) de Las Caldas, en Santander (España).

Mier se da cuenta, gracias al proceso de retractación, que los motivos del exilio son eminentemente políticos y no teológicos. En ese sentido aflora el sentimiento de libertad americana. Se da cuenta de que los españoles no tienen nada que hacer en América e inicia una itinerancia libertaria. La censura y la cárcel hacen emerger en Mier una característica que no había aparecido en su sermón original: el americanismo y el antihispanismo. Y es el calabozo sucesivo la imagen céntrica del romántico fraile novohispano: las cárceles sucesivas, las cadenas envolventes, las censuras injustificadas, las que convertirán los inofensivos (en primera instancia) argumentos teológicos, en motivo de emancipación, en herramienta de poder.

Para rastrear esta tesis, es necesario ir al apartado famoso, por la crítica a la heteronormatividad de la obra areniana que es uno de los motivos de su censura en Cuba. Pero, ingresemos en la novela: después de que el fraile visita los jardines del Rey en compañía de un joven —que es el mismo Rey—, y se da cuenta de que existen tres mundos, el lésbico, el homosexual, y el heterosexual, el Rey le pregunta a cual pertenece. Servando contesta que a ninguno. Luego el Rey se descubre y Servando requiere su ayuda para que no lo persiga León por el proceso guadalupano. El rey contesta: «— ¿Para qué quieres modificar lo que precisamente te forma? —dijo—. No creo que sea tan tonto como para pensar que existe alguna manera de libertarte» (Arenas, 137). La afirmación del Rey permite deducir que: la prisión, la censura y las cadenas son parte fundamental de las condiciones que generaron el pensamiento del padre Mier, en especial su pensamiento político independentista, antihispánico y proeclesiástico. Si el sermón del padre Mier no hubiese sido censurado, sino entendido como uno más, como un sermón circunstancial, Mier, tal vez no hubiese participado de las luchas de independencia mexicanas, no hubiese firmado la Constitución ni mucho menos se hubiera entrevistado con personajes como Simón Rodríguez, Alexander Humboldt Chateaubriand, Jovellanos, Lucas Alamán, el conde Gijón, Madame Staël, José María Blanco White, Simón Bolívar, y el padre Heredia. Cada cadena se convertía para Servando en un motivo más de la búsqueda incansable de su libertad, que no era otra, que la de todos los americanos. La imagen cumbre del encadenamiento y asfixia como generadores de la libertad perpetua se encuentra en el capítulo dedicado al encadenamiento en la prisión de los Toribíos.

Y el fraile subió a la última celda de la prisión. Y aquí empezaron a encadenarlo. […] Fray Servando se había ido adaptando a las prisiones. Y ya ésta le resultó dura, pero no tanto. […]Algo hacia que la prisión siempre fuera imperfecta, algo se estrellaba contra aquella red de cadenas y las hacía resultar mezquinas e inútiles. Incapaces de aprisionar… y es que el pensamiento del fraile era libre. Y, saltando las cadenas, salía breve y sin traba, fuera de las paredes, y no dejaba ni un momento de maquinar escapes y de planear venganzas y liberaciones […] Y, por último, se suprimió la comida el fraile, y sólo se abastecía de cadenas. La tarea era febril: día y noche no se oía más que aquel ascenso de cadenas que se arrojaban sobre un cuerpo ya remoto… y los carceleros seguían temiendo… hasta que llegó el momento: los aterrorizados guardianes oyeron crujir y se refugiaron, abrazados, en las celdas más bajas. Luego oyeron de nuevo el nuevo crujir, y siguieron refugiándose. Y al momento se escuchó un estallido de paredes, un estallido del piso y un estallido de toda la prisión. (Arenas, 205, 210- 211).

El peso de las cadenas destruye la cárcel, libera al fraile y un nuevo renacimiento aparece a la vista: la liberación de América y el encuentro con el mar. Para finalizar este contrapunto, enumero que fue el mismo caso de Reinaldo. La censura de sus poemas lo convirtió en poeta, la escritura en necesidad vital; la censura al homosexualismo lo transforma en un teórico del homoerotismo y la performancia; la censura lo lleva a identificarse con otros censurados: fray Servando, un censurado olvidado, es hecho famoso por Arenas y ahora es la figura más estudiada de la independencia mexicana; de la misma manera, la censura castrista titulada «diversionismo ideológico», convierte a Arenas en disidente político y lo conduce a visibilizar a los censurados escritores de la isla, en especial a Lezama Lima y a Virgilio Piñera. La censura fue el motor de la escritura arenística: el paisaje, su metáfora de libertad, por ello en su etapa estadounidense era preso del recuerdo del mar que convirtió su escritura en epifanía: prueba de ello son sus novelas El color del verano o el nuevo «jardín de las delicias», y El asalto, ambas liberadoras y libertarias. La censura convierte a un inocente niño poeta en el escritor más estudiado en la contemporaneidad, y no digo al escritor cubano, ni latinoamericano, ni americano. Lo digo sin topónimo, porque es el más estudiado a nivel mundial, e irónicamente sus libros siguen censurados en su amado paisaje.

Bibliografía

• ARENAS, REINALDO.
(1967) Celestino antes del alba. Barcelona: Tusquets, 2000.
(1999) El color del verano o nuevo «Jardín de las Delicias»: novela escrita y publicada sin privilegio imperial. Barcelona: Tusquets, 2010.
(1969) El mundo alucinante. Una novela de aventuras. Barcelona: Tusquets, 2010.
(1986) Necesidad de libertad. Costa Rica: Kosmos, 1986.
• CASTRILLÓN, CARLOS. La reescritura de la historia. A propósito del Mundo Alucinante de Reinaldo Arenas. Manizales: Universidad de Caldas, 1998.
• CARDINALE, MIGUEL. (2002) Vicisitudes identitarias en la oba de Reinaldo Arenas. Washington: Georgetown University, 2002.
• DOMÍNGUEZ MICHAEL, CHRISTOPHER. Vida de Fray Servando. México: Era-Conaculta-Inah, 2004.
• ETTE, OTTMAR (ED). La escritura de la memoria. Reinaldo Arenas: Textos, estudios y documentación. Madrid/Frankfurt: Vervuert/Iberoamericana, 1992.
• MIAJA DE LA PEÑA, MARÍA TERESA (ED).Del alba al amanecer. La escritura en Reinaldo Arenas. Madrid: Iberoamericana/Universidad Autónoma de México, 2008.

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