Los infortunios de la virtud. Poesía y censura


pdf-icon (1)

La mirada de dos poetas contemporáneos

Eduardo de Gortari (Ciudad de México, 1988)

Es autor de los libros Singles //05/08// (Red de los poetas salvajes, 2008) y La radio en el pecho (Tierra Adentro, 2010). Estudia Lengua y Literatura Hispánicas en la UNAM.

Todo lo que sé lo aprendí de los Beatles

Todo lo que sé de literatura lo aprendí de la música. Todo lo que sé de música lo aprendí de la literatura. Para mí la poesía es el punto donde la música y la literatura son la misma disciplina. Al igual que con las canciones, uso la poesía (la que leo y la que escribo) como un medio para explorar y entender mi entorno. De nada me serviría escribir si no pudiera abordar cualquier tema. No hay temas vedados a la poesía. Al contrario: hay cosas vedadas a la realidad que sólo puedo percibir o entender por medio de la poesía. Eso lo aprendí de la música: ¿Me gustaría el rock si no me pudiera hablar con la misma destreza sobre política o sobre cómo corté con mi novia? Claro que no. Alguna vez borré de un poema un pasaje que estaba seguro ofendería a más de uno: es el peor que haya escrito. Así aprendí que en la literatura o se dice todo o mejor no se dice nada. Escribir implica asumir que siempre alguien puede salir herido y, por lo general, el primer herido suele ser el que escribe. La autocensura es la única censura que he conocido, pero sé que es la más peligrosa de todas. ¿Y para qué escribir si puedo salir herido? Como en una cirugía a corazón abierto, en la literatura a veces para curar primero hay que abrir otra herida. Cito a Gustavo Cerati: «pones canciones tristes para sentirte mejor». Por eso es un peligro la autocensura: para curarse hay que reconocer la enfermedad: callar o ignorar tus padecimientos sólo te hunde en ellos. Ese es mi uso personal y eso se debe a que todo lo que sé de ética lo aprendí de la estética y todo lo que sé de estética lo aprendí de la ética. Para mí el punto donde estética y ética son la misma disciplina se llama poética.

Nantes

//Beirut//

*Del libro La radio en el pecho

Nobody raise your voices

Just another night in Nantes

Ella soñaba con viajar a Europa conmigo mientras yo
soñaba con tirármela en su sala

y si lo recuerdo bien es porque ninguno de los dos
sueños se cumplió

Me abandonó muy pronto
Lo suficiente para que yo saliera con otra chica a la
semana siguiente
Por eso me sorprende que un día me llega esta
canción y me da por pensar en ella
como el gol que no metí en un partido que no gané

Es decir en cierto modo la extraño

No acostumbro a preguntar por ella si me encuentro
algún amigo en común
ni siquiera tuve la tentación de escribirle un poema

// y ahora le escribo frases sueltas para enarbolar una
pregunta
sueltas como unas agujetas que fueron mal anudadas
y puede que tropiece
y me haga el que no me di cuenta que el fin de esa
pésima película que viví con ella
estaba mal anudado//

Ella soñaba con viajar a Europa y yo juego a veces
con el “hubiera”
de un avión que no tomamos partiendo al aeropuerto
ahí donde ella se me fue
como ese gol que nunca metí
y lo molesto es que no perdí después de noventa
minutos
fui expulsado antes del medio tiempo

Extraño ese viaje a Nantes que no ocurrió
como si extrañara los goles que ni siquiera pude
intentar

Es decir esa noche no vivida esa ciudad
que no conozco
son mi tropiezo mi medio partido no jugado

el frágil nudo de una película que vi a medias.

 

Julio Balcázar Centeno (Cali, 1984)
Estudió en la Universidad de Caldas. Ganador del XII Premio Nacional de Poesía
Eduardo Cote Lamus 2010, con su libro Últimos días de Robert O’Hara. Actualmente
adelanta estudios de maestría en Buenos Aires Argentina.

Sobre la censura en la literatura

No tengo una ruta conocida para encarar esta palabra, quizás apenas una complicidad en un rostro de ojos negros, la duda en el reflejo, imaginado y querido de Reinaldo Arenas, la coincidencia entre su autobiografía-inmolada que he terminado de leer hace poco y este problema, tendida como un puente. ¿Podré decir algo significativo desde el recuerdo, desde el afecto? Una palabra encarcelada-silenciada-exiliada por fundar y defender su postura política y sexual en contracorriente del discurso establecido.
¿Una palabra peligrosa? ¿No es eso toda la literatura?… ¿Dónde pongo al Vargas Llosa derechista recalcitrante, cómo no disfruto de sus visitadoras? Qué hago con Gabo, Cortázar, y Galeano, denunciados, (¿censurados?), ¿por Reinaldo en su texto-infierno-vital? Antes que responder, busco efectuar la pregunta, abrirla, nombrarla, defenderme de su abismo. Sé que hoy en nuestras sociedades, que vivieron mucho tiempo bajo el silencio amenazador e higiénico de las armas, resulta difícil hablar de censura, todo lo contrario, creo que vivimos sepultados bajo toda clase de discursos, moramos un tiempo (inaugurado con la Internet, y bautizado por Bauman
como modernidad líquida) aparentemente signado por una «facilidad» (¿democratización?) para expresarnos, a veces en un diálogo de sordos.
Hace poco aquí en Argentina, se discutía la aparición en un periódico de las fotos del cadáver de una modelo, muerta por sobredosis. Se mencionaron palabras como censura, libertad de prensa, y todos los caballitos de batalla de una sociedad emergida de una dictadura, con un visible pánico a delimitar. No me respondo. No llego. Son apenas intentos. Pero igual te abrazo, Reinaldo. ¿Más de 5000 amantes? Amigo, cómo callar la vida, el mar, la piel, materia de toda palabra verdadera, imposible, ¡nunca!

Strip-tease de una mujer de 40 y tantos 20

Yo he entrado al cuerpo de esta mujer, a eso de las 6 de la tarde, y no he visto
Más que maravillas: los átomos sedimentados en una sonrisa.
Liberadas las cosas de la ficción de años tempranos, todo brilla ahora con su belleza.
Esta mujer aparece de cuerpo entero en el aire, con todo y el exceso de grasa.

Divina en la caricia, que es su único vestido.
Pulgada por pulgada, puede hacer tranquilamente el amor con los tacones
puestos.
Si le dicen puta, o romántica, poco tiene que ver con sus senos que van
jugando
Con la gravedad. Ya no tiene dudas. Es diáfano su deseo de placer.
Las horas no traen domingos frente a la tele, ni desayuno en la cama.
No hay hijos colgados de cada gemido. Su vientre sólo alberga la dulzura
De lo que se extingue con la pasión.
Es guapa porque goza pariendo un sueño. Porque tiene estrías y ha visto
el mar.
Sus nalgas son firmes, con los tatuajes juveniles que se descubren

Bajo la falda de colegiala.
Liberada del miedo, anda ligera de razones para su sudor.
Sin recibos de tintes para el cabello.
Es bella, a bocanadas de sus besos.
Los años han entrado en ella, como yo para poseerla, y no han podido
escapar.
El perfume ya no miente, el jueves es su condena,
Cuando usa medias veladas, y el rimel anda pidiendo a gritos, un alma
para la noche.
Los silencios incómodos casi siempre anteceden la lluvia de su piel.
Su risa es el strip-tease perfecto, donde sólo queda el puro amar en labios
pintados.

Jazz con comida china

Bailar Beatles reduce la expectativa de vida: lo dicen científicos vieneses.
Está en la Biblia. Siempre se corre el riesgo de sufrir paranoia en los talones.
Liar porros sin amor y sin sexo, da mala digestión y mal aliento.
Dormir en posición horizontal es no tomar partido en la lucha de clases.
Psicólogos bolivianos están de acuerdo: lo mejor es dormir colgado del
techo.
Es recomendable, jamás, bajo ninguna circunstancia,
Negar un beso a un completo desconocido.
Las leyes de la física alientan esta teoría de la promiscuidad
Como método anticonceptivo para reducir la paz mental.
Vea televisión hasta tarde. No deje nada para mañana.
Está comprobado, ahorcar ortondocistas reduce el estrés.
Así que déjese florecer una caricia en la nuca, y llore todos los santos días
del año.
Ya verá cómo se vuelve loca en un par de semanas.
Si escucha Beatles, fuma, si fuma, apague sus cigarros en el misericordioso
más cercano.
Hágale un favor, inícielo en el vicio de las gaviotas, tórnelo cliente recurrente
de sirenas.
Satúrele las venas con Ketchup, y los oídos con una descarga de la Fania
All Stars
(New York/ Verano/ 1975)
Nutricionistas alemanes aprueban el desvelo, el desvío, y el robo como
rejuvenecedores.
Sea tonta, agresiva, baile Beatles. La vida es triste y fea, pero toda nuestra.
Hay cerveza y certezas que nadie usa.
Son hermosos los pájaros negros que sobrevuelan nuestros sueños.

Previous Carta a Manuel
Next Las jaulas que se repiten: El palimpsesto de censuras en la escritura de Reinaldo Arenas