Proporción de Oro


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La naturaleza es sabia, de ella sólo aprendemos y nos copiamos, pero a veces, ni nos damos cuenta de lo maravillosa que es. Intuitivamente nos gusta una planta, una animal o una persona. Lo que no sabemos es que eso que nos parece “bonito” o armónico obedece, en muchos casos, a la ley natural de las proporciones.

En el siglo XIII Leonardo di pisa o Fibonacci, regresó a Italia llevando el sistema arábigo o decimal que usamos actualmente. Fibonacci al descubrir este sistema empezó a numerar todas las cosas con la cuales tenía contacto. Una de esas fue la forma de reproducción de los conejos.

Descubrió que los conejos formaban mes tras mes parejas siguiendo un orden: 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, 144, 233, 377, 610 etc. Al analizar la serie numérica el matemático descubrió que cada término se forma al sumar los dos anteriores a él, Así, 1+1=2, 2+1=3, 3+5=8, 8+5=13, 13+8=21, 55+89=144. Ésta serie numérica se conoce como la serie de Fibonacci, que tiene intrínsecamente una armonía: La Proporción de Oro. Si se toma cualquier término de la serie y se divide por su antecesor más próximo siempre el resultado será un promedio de 1,618 sean cual sean esos términos. Al tomar un término de la serie y dividirlos por su sucesor más próximo el resultado siempre será un promedio de 0,618. Así: 89/144= 0.618; 21/13= 1.618; 55/89= 0.618.

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Hacía 1.492, por la misma época al descubrimiento de América, Luca Pacioli del Borgo escribió la obra “La divina proporción” donde trata sobre el número de oro. Leonardo da Vinci la llamó la “Proporción áurea” y la explica sin mencionarla en su “Tratado de Pintura”.

En la naturaleza el número de oro aparece en variadas formas, es un ritmo constante de los seres vivos. En el crecimiento de las plantas, en las proporciones de los organismos y en el mismo ser humano.

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En cualquier lugar del mundo una cara es bella cuando refleja la cultura de ese lugar, por tanto, en este sentido no podemos dar una norma de belleza. Sin embargo, la proporción áurea es empleada por cirujanos plásticos, Maxilofaciales y ortodoncistas para tratar de universalizar en todas las razas y regiones la armonía facial.

Los cirujanos plásticos emplean la Cartografía facial basada en líneas imaginarias de los tejidos blandos como la línea de Frankfurt (desde el borde inferior de la órbita, al borde superior del Conducto auditivo externo) como ecuador, y una línea perpendicular, desde el punto de nacimiento de la nariz denominado Nasion, como meridiano.

Los Ortodoncistas emplean la Cefalometría como un medio diagnóstico para determinar las proporciones de los maxilares con la base del cráneo y su relación con la posición de los dientes. La Cefalometría está formada por unas líneas imaginarias que tienen como partida puntos anatómicos sobre el tejido óseo. Esas líneas forman ángulos y planos que determinan y predicen el crecimiento de la cara y su posible tratamiento con aparatos de Ortopedia Maxilar y la corrección de la posición dental con aparatología fija como los brackets.

Planta de la Suerte. Obsérvese el crecimiento, primero de una hoja, luego dos hojas y después tres hojas. Cumpliéndose la proporción de oro: 1+1=2; 2+1=3

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En odontología la obtención de una forma dentaría ideal puede considerarse como deseable, aunque cierta variación de la forma dentaria concebida como perfecta puede no siempre representar un efecto desagradable sobre la estética. Sin embargo la utilización en rehabilitación oral de la Proporción dorada, se ha juzgado que estéticamente proporciona sonrisas más agradables.

La naturaleza tiene un ritmo armónico: sonoro, lumínico, eléctrico, magnético. No podía faltar el corazoncito, con su ritmo cardiaco armónico o normal, o con sus aceleres (taquicardia) o depresiones (Bradicardia).

El Partenón se considera como una de las obras de arquitectura más bellas de la Grecia Clásica. En todas sus partes presenta una proporción de 1,618:1. El templo fue dedicado a la diosa griega de la sabiduría, Atenea Parthenus, La belleza se ha considerado como un valor netamente subjetivo, relacionado con la cultura y la época, sin embargo, parece existir en la naturaleza desde los seres más primitivos hasta en el ser humano y en el profundo del inconsciente, el ritmo estético dominado por la proporción áurea o divina. De esta manera, la belleza de un rostro puede ser medida y posiblemente el cerebro humano detecte proporciones áureas en una cara y la interprete como belleza o armonía.

Bibliografía

1. Tosto Pablo, La composición aúrea en las artes Plásticas, Hachette, Buenos Aires, 1969, Segunda edición.

2 .A.J.E. Qualtrough, Revisión sobre estética dental, Quintaessence, No 10 , 1995.

3. Carolina Garcia, Luis Perdomo, El número de Oro y sus implicaciones, Odontos, Fundación CIEO, Abril 2004.

4. Mario González Ulloa, Valoración de la Morfología Facial, Abbotempo, libro 3.

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