Una tarde con el maestro Noel Olaya


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Orgulloso docente Ad Honorem de la Universidad Nacional

Índice

Introducción

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Al maestro Noel Olaya le corresponde un reconocimiento por toda la dedicación, el orgullo y el enorme placer que le confieren sus logros en el estudio de las lenguas clásicas e indígenas, también por el conocimiento de lenguas modernas como el francés, italiano y alemán, además de lenguas semíticas como el hebreo y arameo, entre otras tantas.

A sus 80 años, y para nuestra alegría, aún hace parte del profesorado de la Universidad Nacional de Colombia, donde es reconocido por su calidad como maestro, a tal punto que se le concedió, por solicitud al consejo de la Facultad de Ciencias Humanas, la distinción como Profesor Emérito en el año 2006.

Escuchamos por primera vez su nombre, cuando un estudiante de lingüística, quien admira al profesor Noel Olaya por su amor a la enseñanza, nos habló de él. Aquel afirma que el maestro aún no abandona las aulas, trabaja por satisfacción personal y brinda valiosos aportes en el campo de las lenguas clásicas1 , indígenas y modernas.

De esta descripción, surgió la curiosidad del grupo Contestarte por conocer a tan ilustre personaje, a quien los estudiantes le rindieron un homenaje en la fachada del Edificio “Antonio Nariño” (hoy departamento de Lingüística y Filología), bautizándolo con el grafiti: Edificio “Noel Olaya P”. Basta con levantar un poco la mirada para observar, en una expresión juvenil y llena de orgullo, todo el respeto y la admiración de sus estudiantes.

Quizás si algún día se borre con un brochazo este homenaje, uno de lo más sencillos, emotivos y sinceros, la huella dejada por el maestro no se quitará jamás.

Maestro de la Universidad Nacional desde 1986

Con nostalgia, Noel recuerda que después de su llegada a Colombia y gracias a una convocatoria de la Universidad Nacional logró, por sus amplias capacidades y por su basta experiencia en el estudio de las lenguas, integrarse a la planta docente del Departamento de Filología.

Luego de un llamado del maestro Zaranka, quien en ese entonces era director del Departamento de lenguas, el maestro Noel se presentó, a sus cincuenta y ocho años, al concurso para la selección de profesor de latín y ganó sin mayor dificultad a los demás candidatos. Con esto comenzó una nueva faceta de su vida como docente de la Universidad Nacional de Colombia, de la cual se siente muy orgulloso. Esto lo comprobamos al hablar con él y sentir el gran amor que tiene hacia esta institución y hacia sus estudiantes, a quienes recuerda con una grata sonrisa.

Primer acercamiento al estudio de las lenguas

Gracias a la colaboración de su hijo Miguel, nos acercamos al maestro Noel Olaya colmados de admiración. Con cierto nerviosismo a la hora de la entrevista, llegamos a la casa de Noel, donde encontramos las puertas abiertas y a un gran maestro. Entre libros incontables, nos narró sus experiencias académicas y resolvió la duda que puede surgir a cualquiera que escucha hablar de sus logros: ¿Cómo estudió tantos idiomas? ¿De dónde surge tal interés? Estas preguntas fueron respondidas haciendo un recorrido por una serie de anécdotas de su infancia, aunque afirma que de su vida le gusta hablar poco, en este momento vida y obra se funden.

Su primer acercamiento a las lenguas fue el resultado del deseo de ser Jesuita, luego de culminar la primaria a los diez años. Gracias al apoyo de Monseñor Perdomo, tío suyo, este deseo le fue concedido un año después y logró ingresar al Seminario Menor de Sibaté (Cundinamarca), donde desde primero de bachillerato estudió latín y francés2 , ya en los últimos años comenzó a aprender inglés y griego.

A diario recibía clases de lengua latina y las materias de Filosofía y Teología se dictaban en la misma lengua. Al estilo de un colegio bilingüe, debía hablar, escribir y presentar exámenes en latín. En las comidas se leían fragmentos de la Vulgata3 , el Antiguo Testamento a la hora del almuerzo, y el Nuevo Testamento antes de cenar. Por ello mismo, por convivir con el latín todo el día, cuando ingresó al Seminario Mayor ya tenía dominada esta lengua a la perfección.

El maestro compartía el vecindario en Sibaté, según sus propias palabras, “con los locos y los bobos”. Una colonia de mendigos, entre los que admite haber encontrado un par de personas interesantes, de capacidad memorística sorprendente. Uno de ellos casi sabía de memoria el directorio telefónico de Bogotá y otro podía determinar el día exacto de una fecha determinada. Su gusto por las lenguas lo llevó, en quinto de bachillerato, a ir aún más allá de lo que le ofrecía el seminario. Se puso un reto más grande, aprender italiano solo, esto lo logró escuchando óperas. En la discoteca del seminario encontró “El trovador” y “El barbero de Sevilla”. Escuchaba estas óperas mientras leía los folletos y, alternamente, estudiaba la gramática italiana. Pero siempre hay dificultades cuando se quiere aprender una lengua. En este caso, aunque conocía la gramática italiana y entendía la lengua al escucharla, nunca había practicado la pronunciación. Fue sólo muchos años después, en las mismas calles romanas, cuando tuvo la oportunidad de hacerlo: interpelado por unos campesinos acerca de una dirección, y a pesar de estar recién llegado a la ciudad, supo explicarles, basado en su mapa, hacia dónde debían ir. Lo que nunca se supo es si los campesinos lograron llegar.

Cuando culminó su bachillerato entró al Seminario Mayor. Allí, mientras estudiaba filosofía, cursó tres años de griego clásico y bíblico y los acompañó con el aprendizaje autónomo del alemán y el hebreo. Luego de ser ordenado sacerdote, fue enviado a Roma a continuar sus estudios. El gusto por las lenguas y el camino ya avanzado en su formación lo orientaron hacia el estudio de las Ciencias Bíblicas.

En el desarrollo académico en Roma, estudió tres semestres de hebreo y arameo para leer la Biblia. Después, para cumplir la norma del aprendizaje obligatorio de una lengua oriental, estudió siríaco (arameo oriental) y como curso electivo estudió egipcio, asiriobabilónico y copto.

Una experiencia indígena

De vuelta en Colombia, Noel Olaya se interesó por el estudio de las lenguas indígenas y el esfuerzo por salvaguardar nuestro patrimonio lingüístico, por el cual muy pocos se habían interesado. Comenzó entonces a explorar las lenguas de diferentes grupos indígenas a lo largo y ancho de Colombia, como los Koguis y Arhuacos en la Sierra Nevada de Santa Marta y los Embera al occidente de Colombia. Se sumergió en la cotidianidad de estos grupos y en sus matices culturales para tratar de entender su forma de interpretar la realidad, ayudarlos a reafirmar su identidad y mantener sus tradiciones.

Cuenta Noel que un día su espíritu aventurero y curioso lo llevaría a descubrir el mundo de las lenguas indígenas, y no era para menos, pues, después de haber explorado el griego, latín, hebreo, italiano, francés, inglés, alemán, egipcio, arameo antiguo y copto, era muy interesante comenzar a internarse en el estudio de las lenguas de nuestros antepasados remotos, con lo cual complementaba y engrandecía su trabajo como investigador y restaurador cultural.

En ese momento de la entrevista, con su espíritu juvenil, Noel se levantó de la mesa, se dirigió a su gran biblioteca y buscó sus cartillas de lectoescritura para koguis, en las cuales se les enseñaba a leer y a escribir tanto en español como en su propia lengua, gracias a un sistema de transcripción que él mismo puso en práctica y perfeccionó. En sus trabajos pudimos encontrar gráficas, cuentos, leyendas, un vocabulario gráfico muy completo, palabras y frases llenas de magia ancestral, en las cuales se alaba a la madre tierra y se rinde culto a lo cotidiano.

Fue asombroso descubrir el trabajo de un hombre íntegro que se esforzó por plasmar, estructurar y dar orden a una tradición oral reacia a la escritura, garantizándole a un pueblo, de esta manera, el derecho a no desaparecer, conservar y destacar a toda costa su legado ancestral. También, nos dejó descubrir su gusto por la música indígena, dejándonos escuchar unas cuantas grabaciones de su colección. Los soplos y tambores se mezclaban con la flauta en un ritmo repetitivo y misterioso, que atrapaba las voces de un canto indígena místico y memorable.

Habiéndose interesado no sólo en la lengua, sino también en la cultura indígena, y gracias a todos los conocimientos que adquirió, trató de explicarnos con gran genialidad, diligencia y carisma, por medio de palabras y gráficas trazadas en un tablero que cuelga en su estudio, la manera como los indígenas reconocen y grafican en el espacio los puntos cardinales, ya que trataba de demostrarnos que alguien que se hiciera llamar indígena debía saber dibujar estos puntos de manera correcta. Así, según él, para reconocer un verdadero indígena basta con ponerlo a dibujar un mapa.

Nos explicó además, recurriendo a gestos y a ejemplos corporales, la verdadera postura de un Kogui y su manera de mirar. El maestro enfatizó que occidente ha influenciado en gran medida a los indígenas y que es difícil encontrar uno verdaderamente autóctono, sin ningún tipo de influencia occidental. Es un experto entonces en reconocer los detalles propios de un indígena que conserva sus tradiciones.

Nuestro aprendizaje

Contestarte N8.inddAl tener esta grata charla con una de las personas más reconocidas de la Universidad, descubrimos que en su mente están frescas todas las experiencias de su vida, que en su cuerpo y en su rostro se perciben años de estudio y sabiduría, y que en su espíritu sigue habitando el hombre fuerte e incansable de aquellos años de seminario, de viajes y de buen estudio. En pocas palabras, Noel Olaya es un hombre digno de todos los honores, los halagos y las conmemoraciones.

Con la satisfacción de haber hablado con un lingüista mayor, nos despedimos del maestro Noel Olaya, y como queriendo no irnos, durante una hora permanecimos de pie oyendo música de flautas, pitos y capadores, también charlando de lenguas de la familia Chibcha, de jeroglíficos egipcios y de anécdotas de toda una vida; hasta que al fin, con una nueva despedida, nos alejamos de un maestro de maestros.

Frases memorables

“No es que tenga facilidad para las lenguas, sino que las he estudiado, que es distinto”

Para los filósofos:

“Un filósofo que no sepa latín y griego, francés, inglés y alemán siempre va a ser un filósofo de segunda, porque para leer a los grandes filósofos tiene que leer una traducción”

Para los lingüistas:

“Lo lógico es que un lingüista aprenda algunas lenguas. Por ejemplo, que conozca dos lenguas importantes dentro de las lenguas indoeuropeas: latín y griego. Que conozca alguna de las lenguas semíticas: árabe, hebreo, arameo, asiriobabilónico y camitas: egipcio o copto. Que conozca también algunas de la familia linguística chibcha. Porque un Lingüista que no haya estudiado alguna lengua es un lingüista de cuarta”

Personaje- Noel Olaya (Versión PDF)

 

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