Viajando a través del tiempo


pdf-icon (1)

galaxy-10994
Imagen: Galaxia espiral barrada, NGC 1300, constelación de Erídano. http://hubblesite.org/newscenter/archive/releases/2005/01/image/a/. Su luz viaja a través del espaciotiempo y nos llega luego de 69 millones de años. No podemos saber cómo es actualmente,está bastante lejos en el tiempo y el espacio.

 

«The distinction between past, present and future is only an illusion, however persistent.»
Palabras de Albert Einstein en una carta a Michele Angelo Besso,
21 de Marzo de 1955.

Un continuo amanecer

Siete de julio, día de mi cumpleaños. Aún con algo de sueño logro sentir la luz del sol en mi ventana, observo mi reloj y son las siete de la mañana. Me levanto y me preparo un café, luego pasan muchas cosas durante el día, entre ellas una gran celebración por mis treinta años de edad, en la noche me acuesto de nuevo en mi cama y vuelvo a dormir.

Cuando despierto de nuevo, aún con algo de sueño, logro sentir la luz del sol en mi ventana, observo mi reloj y son las siete de la mañana. Entonces me levanto y me preparo un café. Por un momento me siento confundido, hay algo raro en el ambiente, siento un déjà vu, no sé si es siete u ocho de julio. Es decir, ¿cómo puedo saber si aquel día de ayer fue tan solo un sueño o fue real?

Por si las dudas, enciendo la televisión y allí esta, ¡es siete de julio, todo fue un sueño! Pero, y ¿qué tal si no fue un sueño?, ¿cómo puedo estar seguro de que, en alguna extraña forma, cuando estuve durmiendo, no viajé al pasado un día antes para cumplir de nuevo treinta años de edad? Decido no complicarme la vida pensado en ello. Sin embargo, este día transcurre tal como soñé que pasaría. Estoy muy extrañado, aún así en la noche me acuesto de nuevo en mi cama y vuelvo a dormir.

Cuando despierto todavía tengo algo de sueño, pero logro sentir la luz del sol en mi ventana, así que observo mi reloj y resulta que son las siete de la mañana, me levanto y preparo un café. ¡Hoy es ocho de julio! exclamo dentro de mí y sonrío, en seguida enciendo mi televisor para ver las noticias. ¿Qué pasa? ¿Otra vez es siete de julio? ¡Imposible! De modo que reviso mi teléfono, el periódico, Internet, en todas partes, pero la respuesta es la misma: ¡nuevamente es siete de julio! Todos se alegran por mí, ¡he cumplido treinta años! Pasa el día y todo es igual que ayer y que hace dos días. Y la pregunta sigue siendo la misma: ¿Acaso todo fue un largo y raro sueño o cómo puedo estar seguro de que, en alguna extraña forma, cuando estuve durmiendo no viajé al pasado un día antes para cumplir de nuevo treinta años de edad?

Viajando al pasado

1960193_10151942739910894_1161980974_n
Fotografía: Observatorio del Desierto de la Tatacoa, Huila, Colombia. Camilo Zambrano

Si en unos cuantos años viajara en el tiempo algunas décadas al pasado, y como locura científica comprara un arma, buscara a mi abuelo en su juventud antes de haber engendrado vida alguna y lo matara, entonces mi padre y yo nunca habríamos nacido. Nunca habría podido abordar una máquina del tiempo al pasado y por consiguiente tampoco matar a mi abuelo, ni estar escribiendo esto. Pero todo ello se supone ocurrió, así que ¿cómo es posible?

A esta corta, dramática e hipotética historia mental, relatada por tantos autores y de múltiples maneras, se le conoce como la «paradoja del abuelo»[13] y para muchos representa una prueba en contra de la posibilidad real de un viaje al pasado. Pues ¿qué podría impedirme que me volviera un sicópata del tiempo, si es que el viaje al pasado realmente fuera posible?

En contra de esta paradoja, existen soluciones teóricas interesantes. Los libros de ciencia ficción arrojan algunas luces al respecto. Encontramos historias donde la línea del tiempo se cuida a sí misma. Un robot que viaja al pasado para evitar el apocalipsis robótico se frustra en su tarea porque alguien adquiere su tecnología y gracias a ella se crea el apocalipsis robótico. Un hombre que construye una máquina del tiempo para salvar la vida de su amada en el pasado, siempre que regresa al presente ella ha vuelto a morir, por lo que sigue volviendo al pasado para salvarla; de vivir ella nunca hubiera construido la máquina del tiempo. Estas y muchas otras historias son un ejemplo de una posibilidad teórica donde la línea del tiempo permanece inalterable, aun cuando creemos que la estamos modificando. ¡Como una forma de la naturaleza de dar consistencia a algo inconsistente!

Esto parece atraparnos, dejarnos algo aburridos quizás, ¿desalentarnos tal vez? En realidad no, todo lo contrario; la mente humana no puede quedarse inmóvil ante un asunto tan inquietante. Hay multitud de teorías al respecto, unas más famosas o creíbles que otras, pero alguna de ellas, en algún momento, ¡arrojará una solución! ¿Que cómo lo sé? Solo digamos que soy un viajero del tiempo y les estoy contando todo esto a manera de chisme. Es decir, así como alguien puede estar tan loco para viajar al pasado y matar a su abuelo, ¡no falta el viajero del tiempo al que solo le importa el chisme! Está bien, solo bromeo, no soy bueno bromeando. Al fin de cuentas, el ser humano solo hace divagaciones basado en teorías que pueden estar o no cercanas a la realidad.

Sin embargo, cualquier cosa sería posible, hasta la más grande locura, desde los usos más grandiosos hasta los más absurdos, si algún día el ser humano logra hacer posible el viaje en el tiempo hacia el pasado. Habría historiadores que únicamente viajarían para asegurarse de relatar muy bien los acontecimientos más importantes; los actores, que volverían a conocer muy bien cada personaje para, a su regreso, interpretarlo sin equivocaciones; los artistas, que viajarían a dibujar a la bella Cleopatra en sus años más gloriosos; los políticos, que regresarían a su época de niñez para cambiar su forma de ver el mundo; los sicópatas, que matarían a sus abuelos, los chismosos como yo y quién sabe cuántos más que harán de este mundo algo tan loco que ni yo, en mi inmensa locura, puedo llegar a predecir.

Viajando al futuro

Veintisiete de noviembre de 2030, un par de gemelos en idénticas condiciones nacen completamente sanos y sin ninguna particularidad más allá de la usual. Con el tiempo ambos crecen, estudian y hacen sus vidas. Carlos, con un gran placer por la fotografía y Luis, un dedicado astronauta.

Es el año 2050. La misión: viajar al planeta habitable más cercano a la tierra, a una distancia de 20 años luz, justo la necesaria para ser observado por los satélites terrestres. Carlos está dedicado a fotografiar modelos y tiene una vida bastante particular, mientras tanto su dedicado hermano Luis emprende un viaje a las afueras del Sistema Solar. El viaje para Luis tarda 13 años ida y vuelta, se desplaza a una rapidez promedio de 0,95 veces la de la luz en el vacío y tan solo tarda unos pocos días en el extraño planeta cuando la nostalgia de su planeta natal le obliga a volver.

Al regresar, Luis tiene treinta y tres años y extraña las hamburguesas, mientras que su hermano Carlos está pensionado por su trabajo en un famoso diario y es reconocido por sus grandes contribuciones al periodismo y, por cierto, está próximo a cumplir sus sesenta y dos años de edad. Aun así, Carlos desempolva su antigua cámara fotográfica para tomar una histórica fotografía: un par de gemelos que a pesar de haber nacido el mismo día y en el mismo lugar, para entonces se llevan veintinueve años de edad. Mientras Luis, todavía joven, es bastante apetecido por el sexo opuesto, entre otras cosas por ser el primer astronauta en viajar fuera del Sistema Solar, Carlos, envejecido, hace mucho tiempo tiene un hogar y una esposa que junto con él ha vivido una vida larga y plena. ¡Luis ha viajado casi treinta años al futuro!

La teoría de la relatividad atribuye este efecto a la aceleración; sin embargo, aparentemente desde el punto de vista de cada uno, es el otro quien acelera mientras que uno de ellos está en reposo. Entonces, ¿porqué Carlos envejece y Luis no lo hace tanto?

A esta interesante historia, la cual puede ser contada de múltiples maneras y con diferentes distancias y tiempos, hoy se le conoce como la paradoja de los gemelos[14] y es un muy bello ejemplo del viaje al futuro, bajo las leyes actuales de la física.

Según Einstein, es aquel que experimenta la fuerza el que permanece más joven, en este caso la fuerza de la nave que acelera a Luis hacia el espacio y luego en su aventura de regreso; mientras que Carlos en ningún caso logra sentir fuerza alguna en la Tierra, debido al viaje de su hermano. En realidad, si prestamos atención, ¡no existe paradoja alguna!

Nuestra historia es una realidad teórica: realidad, porque estamos seguros hoy día de los cambios en las medidas del tiempo, realizadas por dos observadores en las condiciones descritas anteriormente; teórica porque actualmente no poseemos la tecnología suficiente para realizar un viaje de esta naturaleza y acelerar una nave a una rapidez cercana a la de la luz en el espacio vacío. Pero tal vez para el año 2050 Carlos y Luis hagan la diferencia.

Ahora, eso no quiere decir que el viaje en el tiempo hacia el futuro sea una imposibilidad práctica en la actualidad, para nada es así. En realidad hoy todos somos viajeros del tiempo, cuando subimos a un bus, montamos en un avión, incluso cuando caminamos. La diferencia está en la cantidad, en el intervalo de tiempo. A mayor rapidez del viaje, mayor será la diferencia en el intervalo de tiempo con respecto a un observador en reposo. Actualmente se han medido valores significativos en relojes atómicos empleados en experimentos, realizados[15] por ejemplo, mediante viajes en aviones supersónicos a grandes distancias; no lo suficientemente significativos para que los podamos sentir a simple vista, pero sí lo suficiente para estar seguros de que algún día una situación como la de Carlos y Luis pueda hacerse demostrable. La teoría de la relatividad y el viaje en el tiempo hacia el futuro son hoy en día una realidad.

¿Por qué viajar en el tiempo?

¿Quién hay entre los hombres y mujeres de este mundo que no haya soñado alguna vez con el viaje en el tiempo? Vivir de nuevo aquel instante tan memorable, compartir de nuevo con aquella persona que ya no está, conocer en vivo a aquellos humanos que cambiaron el mundo para siempre, viajar al futuro y conocer las maravillas tecnológicas que de otro modo nunca conoceremos, conocer el principio y el fin de la Tierra o del mismo Universo, reparar los errores de la vida, decir aquello que nunca se dijo, vivir aquello que nunca se vivió, amar a aquella persona que rechazamos y que ahora extrañamos, alejarnos de aquella que nos hizo tanto daño, conocer si esta vida que ahora tenemos y si las decisiones que ahora tomamos son realmente las correctas… Poseer aquel dominio del tiempo, el conocimiento de todo lo que es, ha sido y será alguna vez. Tanto poder tendríamos como cuando se escribe un libro, el de escribir y borrar a nuestro antojo todas sus partes, hasta el más mínimo detalle.

Tal vez Dios sea un viajero del tiempo, con un gran libro abierto, y escribe nuestras historias una por una, hasta los más pequeños detalles. No lo sé, pero nosotros los humanos, interesados en la ciencia, en nuestra continua búsqueda de la verdad, no queremos detenernos. Anhelamos encontrar a Dios algún día, aquí o en algún otro tiempo del pasado, presente o futuro y escribir junto con Él la historia del universo.

Previous El último viaje
Next Animales: expedición al servicio de la guerra