«Todo lo que no sea literatura me aburre y lo odio, porque me demora o me estorba»
Franz Kafka
Hay hombres que llevan la literatura en el vientre. Son alimañas insaciables que se alimentan de todo aquello que representa la palabra y las artes. Son sujetos con mentes robustas y brillantes que hablan siempre con una voz ardiente. A veces, no pueden pensar, hablar o escribir de otra cosa. Son prisioneros voluntarios del lenguaje y, aún más, de la literatura. ¿De qué sombrero sacan el tiempo para dedicarse a esos menesteres? ¿Acaso duermen? ¿Llevan una vida social común y corriente? ¡Claro que lo hacen! El cómo es un misterio. Simplemente se sumergen y nadan a sus anchas entre párrafos y tumores literarios como peces de una antigua estirpe.
De esta raza era el escritor tunjano Rafael Humberto Moreno-Durán (1946–2005), un personaje que le dedicó casi toda su vida intelectual a la literatura. Como Kafka, mantenía una obsesión enfermiza por los libros y la escritura; como Borges, poseía una memoria prodigiosa. Los que lo recuerdan, no pueden negar su naturaleza vacuna de andar rumiando la cultura universal a toda hora. «Imaginar es comprender», escribió en alguna de sus sólidas páginas.
Prolífico escritor, en sus escasos 59 años, publicó más de veinte títulos entre novela, ensayo, cuento y teatro. Novelas como Los Felinos del Canciller (1987), El Caballero de la Invicta (1993), La Conexión Africana (2003), su célebre trilogía Femina Suite, compuesta por las novelas Juego de Damas (1977), El toque de Diana (1981) y Finale Capriccioso con Madonna (1983), sus libros de cuento Metropolitanas (1986) y Cartas en el Asunto (1995), y su obra de teatro sobre Sor Juna Inés de la Cruz Cuestión de Hábitos (2005), hablan de su vasto talento para crear con una voz propia y uterina grandes universos literarios; creaciones que lograron desprenderse fácil y audazmente de la dictadura de «Macondo» y el mal llamado «Realismo Mágico».
«R. H.», como solían apodarlo en los círculos literarios, sin lugar a dudas fue una de las autoridades intelectuales más importantes de Colombia en las décadas del ochenta y noventa. Asesor de importantes editoriales en España, conductor de programas de televisión (muchos no olvidamos el entrañable Palabra Mayor), su voz resonó constantemente a través de ensayos, artículos periodísticos y literarios que iban apareciendo en diferentes revistas y libros, denotando siempre la capacidad de un ser humano para rastrear y aprehender la cultura con la astucia del “halcón peregrino”.
Palabra Mayor. 1991. Entrevista a Sergio Pitol. Dirección literaria R. H. Moreno-Durán.
Moreno-Durán todos los días le rezaba al Quijote y a Joyce. El cosmos literario lo angustiaba, el laberinto del arte solidificaba su sombra. Si en su oficio narrativo lograba conciliar la fricción de sus fantasías, en su obra ensayística se convertía en un topo enciclopedista capaz de descifrar los pasajes infinitos de la biblioteca de Babel. German Espinosa, otro taxidermista de palabras, al leer sus primeros ensayos escribió que R. H. era un «escritor capaz de mirar un fenómeno literario con una óptica universal”. En efecto, desde su primer ensayo publicado «Lautreamont, un prolegómeno de la rebelión» que apareció en la revista Eco en 1968, vio su ingenio para valorar y tratar desde múltiples miradas y con una familiaridad envidiable la literatura universal; tanto que Ángel Rama al leer el ensayo sobre el autor de Los cantos de Maldoror lo inscribió de inmediato en la generación de «Los contestatarios del poder».
Cartógrafo como era y bajo la consigna de «La experiencia leída», R. H. inicia su búsqueda por las literaturas que lo perturbarían a lo largo de su vida. No fue fortuito que su primer libro publicado fuera de ensayo. El monumental De la Barbarie a la Imaginación apareció en Barcelona en enero de 1976, bajo el sello editorial de Tusquets Editores. Éste es una introspección global hacia la literatura latinoamericana que intenta entender la naturaleza emancipadora de la novela, sus escritores y sus espacios de realización a lo largo de la historia americana. De la barbarie al origen del nacionalismo a través de las obras representativas de cada nación, de la sociedad primitiva a la imaginación del escritor y sus lectores para crear un sentir particular de nuestro mundo, del campo a la ciudad, del costumbrismo a lo universal. Es un recorrido, visto desde diversos conceptos y categorías, por la historia de la narrativa latinoamericana.
Al tiempo que iniciaba su programa Palabra Mayor, una serie de televisión en la cual entrevistó a varios de los más destacados escritores de América Latina, se publicaba en Caracas, en 1991, Taberna in Fábula con la editorial Monte Ávila Editores. En este ensayo, quizá el que más emociona del autor del Humor de la Melancolía (2001), la taberna se transfigura en la metáfora de un libro abierto, como una enciclopedia a consultarse donde las paredes rezuman las voces y tertulias de sus habitantes. Entre cervezas, vinos y festines conviven tanto Fausto y Mefistófeles como Hugo Ball y Tristan Tzara, Georg Trakl y Friedrich Nietzsche como Joseph K. y el paranoico doctor Caligari.
En la taberna de Aurbach, en la taberna «El ángel Azul», en el «Kabarett Voltaire», en «El cielo ideal» es donde se forjan los cimientos de la literatura alemana moderna. El espíritu romántico y la angustia del expresionismo, la literatura fantástica de Hoffman, Von chamisso y Tieck y la literatura de escombros de Wolfgang Borchert y Alfred Kubin. Auto de Fé, Profesor Basura, Berlin Alexanderplatz, El Hombre sin Atributos, los siete manifiestos dadaístas, el grupo plástico «El jinete azul», entre otras obras y colectivos, coexisten junto a los aplausos a la prostituta que alza su falda en el escenario.
Pero si cada pieza de arte en la literatura germánica es un mueble más para conformar el kabarett alemán, en El Festín de los Conjurados (2000) la literatura es una herida abierta a un costado del orden y el establecimiento. Moreno-Durán en este libro, que lo hace merecedor del Premio Nacional de Ensayo, se sumerge en la literatura de ruptura y transgresora de los valores burgueses del siglo XIX. Obras que marcaron un inicio o un derrotero. Novelas y poemas que por su estética reaccionaria y sus temáticas obscenas fueron perseguidas, ultrajadas y prohibidas. La enfermedad y putrefacción adquirida por François Villon y el Marquéz de Sade deposita sus huevos infectados en las obras de Gustave Flaubert, Charles Baudelaire, Jules Barbey D’ Aurevilly, Joris–Karl Huysmans, contagiando inclusive la pierna gangrenada de Rimbaud.
El decadentismo francés de Al revés de Huysmans y de los Cuentos Crueles de Villiers de L’Isle-Adam, el arte de la tortura en El Jardín de los Suplicios de Octave Mirbeau y hasta el dandismo infame de Thomas Caryle y Óscar Wilde son examinados a contraluz por el ojo crítico de R. H. El caldo de cultivo es perverso y formidable, el banquete es encantador y violento. Al acercarnos a El festín de los conjurados tenemos la sensación de leer entre los muros de una ciudad en llamas.
Otros ensayos, no menos interesantes, hierven la telaraña tejida por el autor de Desnuda sobre mi Cabra (2005). Denominación de Origen (1998), un examen sobre la literatura colombiana, Mujeres de Babel (2004), una aventura por el lenguaje de James Joyce a saber de Molly Bloom y Anna Livia Plurabelle, personajes del Ulises y del Finnegas Wake, y Fausto: el infierno tan leído (2005), que data sobre la figura del mal en la literatura y el siempre mítico doctor Fausto. En suma, esta urdimbre enciclopédica, esta galería de autores, no es más que una excitación o provocación que puede suscitar el arte, la efusión del lenguaje en el corazón de un individuo.
Rafael Humberto Moreno-Durán murió en Bogotá un lunes 21 de noviembre de 2005, con la tristeza de no poder decir más, de tener que callar tantos mundos posibles. Pero bien sabemos que su ardiente voz saldrá triunfante sobre el tiempo, porque como dice él mismo «la literatura —como el vino y todo lo que ha sido fermentado con los sueños y pasiones del hombre— también es un producto biodegradable».