— ¿Crees en el fin del mundo? —preguntó ella. —Mmm…, no. — respondió él. —Entonces —preguntó ella—, ¿cómo explicas esta zozobra, esta inerte atmosfera, esta ausencia de civilización? ¿A qué atribuyes nuestra absoluta falta de conocimiento, sensibilidad y fe? Algo debió suceder aquí que explique por qué nuestros cuerpos transitan sin necesidad de sueño, recuerdos y muerte. —Eva —respondió Adán—, es solo otro día …